He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 29 de septiembre de 2015

Como el agua

—La felicidad —le dijo él— siempre parece mentira, es como el agua, y se comprende sólo cuando se ha perdido.
—Es verdad —le dijo ella. Se quedó pensativa, y dijo:
—Incluso el mal que hacemos, es así, parece mentira, parece una tontería, agua fresca, mientras lo hacemos; si no, la gente no lo haría, tendría más cuidado.
—Eso es verdad —dijo él.
Ella le dijo:
—¿Por qué lo hemos echado a perder todo, todo?
Y se puso a llorar.

De la novela Las palabras de la noche [1961] de Natalia Ginzburg [1916-1991].

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