He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

lunes, 24 de agosto de 2015

Otras drogas semejantes...

Los teatros, los juegos, las farsas, los espectáculos, los gladiadores, los animales exóticos, las medallas, los cuadros y otras drogas semejantes eran para los pueblos antiguos los encantos de la servidumbre, el precio de su libertad y los instrumentos de la tiranía. Estos procedimientos, estas prácticas, estos engaños tenían los antiguos tiranos para adormecer a sus antiguos súbditos bajo el yugo. Así, los pueblos, entontecidos, encontrando bellos estos pasatiempos, distraídos por un vano placer que les pasaba ante los ojos, se acostumbraban a servir tan inocentemente -pero con mucho peores consecuencias- como los niños pequeños cuando, por ver las brillantes imágenes de los libros ilustrados, aprenden a leer.

Si Étienne de La Boétie [1530-1563] hubiera vivido en nuestro siglo quizá hubiera incluido en este párrafo de su Discurso algunas cosas más... quizá la tele, el fútbol...

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