He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

sábado, 1 de noviembre de 2014

Para escribir...


[...] Para escribir, aunque sea un cuento corto, es necesario esbozar un esquema que irá reestructurándose, comenzar a volcar frases y párrafos, aunque sean inconexos, y luego, una vez que el negro haya roto la maldición del inicio en blanco, continuar con el proceso: releer, tachar, reorganizar, añadir, cambiar, revisar, borrar… entonces aparecerán nuevas variables: quizá la descripción detallada de un personaje secundario nos descubra un nuevo protagonista, o la opinión de alguien que lea el borrador suponga reenfocar un final distinto, quizá sucesos ajenos al escrito resulten determinantes para cambiar su estructura. Todo afecta y todo enriquece, pero necesariamente, siempre se avanza desde el proceso: corrigiendo, perfilando, purgando, dejándolo reposar, retomándolo, añadiendo, seleccionando, es decir, escribiendo. [...]

Lo he encontrado esta mañana en el blog de cuatroESCALONES, en el que hablan, con el acierto de siempre, de escribir y proyectar...

Imagen: In between, de Emmanuelle Renard y Óscar Valero.

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