He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 22 de marzo de 2016

The most dangerous writing app

Hace unos días me encontré aquí The most dangerous writing app.
Me gustó.
[Quienes sean propensxs a los ataques de ansiedad y se estresen con facilidad, pueden dejar de leer ya y saltarse sin remordimientos el resto de esta entrada.]

La cosa es sencilla: la aplicación no es más que un muy sencillo editor de texto que te ofrece un cuadro en el que puedes escribir el texto que quieras. Puedes elegir al principio durante cuánto tiempo te apetece estar escribiendo, entre cinco minutos y una hora. Y tiene también la opción (para gente autoexigente y/o masoca) de elegir si quieres ver o no el texto que vas tecleando.
Y a partir de ahí sólo hay una regla a seguir: si dejas de teclear durante cinco segundos seguidos... ¡¡¡se borra todo lo que llevas escrito!!!
Se 'borra' del verbo borrar: desaparece, se elimina, se destruye... de hecho la imagen del texto se diluye suavemente hasta que se pierde del todo...

He probado y ¡mola! Y sobre todo, aparte del juego, parece una buena herramienta para practicar esas cosas del monólogo interior, el libre fluir del pensamiento, para quienes tienen pánico al papel en blanco o necesitan/necesitamos soltarnos con el teclado...

¡De nada!

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