He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

lunes, 15 de agosto de 2016

Pero si me dan a elegir...

No soy un fulano con la lágrima fácil
de esos que se quejan sólo por vicio.
Si la vida se deja yo le meto mano
y si no aún me excita mi oficio,
y como además sale gratis soñar
y no creo en la reencarnación,
con un poco de imaginación
partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas, 
a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel
de todos los hombres
que nunca seré:

Al Capone en Chicago,
legionario en Melilla,
pintor en Montparnasse,
mercader en Damasco,
costalero en Sevilla,
negro en Nueva Orleans,
viejo verde en Sodoma,
deportado en Siberia,
sultán en un harén,
¿policía? ni en broma,
triunfador de la feria,
gitanito en Jerez,
tahur en Montecarlo,
cigarrillo en tu boca,
taxista en Nueva York,
el más chulo del barrio,
tiro porque me toca,
suspenso en religión,
confesor de la reina,
banderillero en Cádiz,
tabernero en Dublín,
comunista en Las Vegas,
ahogado en el Titánic,
flautista en Hamelín...

Pero si me dan a elegir
entre todas las vidas,
yo escojo la del pirata cojo,
con pata de palo,
con parche en el ojo,
con cara de malo,
el viejo truhán, capitán
de un barco que tuviera por bandera
un par de tibias y una calavera...

La del pirata cojo,
con pata de palo,
con parche en el ojo,
con cara de malo,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa...
y allá a su frente Estambul...

Billarista a tres bandas,
insumiso en el cielo,
dueño de un cabaret,
arañazo en tu espalda,
tenor en Rigoletto,
pianista de un burdel,
bongosero en La Habana,
Casanova en Venecia,
anciano en Shangri-La,
polizón en tu cama,
vocalista de orquesta,
mejor tiempo en Le Mans,
cronista de sucesos,
detective en apuros,
conservado en alcohol,
violador en tus sueños,
suicida en el Viaducto,
guapo en un culebrón,
morfinómano en China,
desertor en la guerra,
boxeador en Detroit,
cazador en la India,
marinero en Marsella,
fotógrafo en Play Boy...

Pero si me dan a elegir
entre todas las vidas,
yo escojo la del pirata cojo,
con pata de palo,
con parche en el ojo,
con cara de malo,
el viejo truhán,
capitán de un barco que tuviera por bandera
un par de tibias y una calavera...

Lunes de poesía y música: La del pirata cojo [incluida en el disco Física y Química, de 1992] es una de mis canciones favoritas de Joaquín Sabina [1949- ].

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