He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

viernes, 30 de septiembre de 2016

gente que lee (110)

Hoy, 30 de septiembre, además de ser el 92º aniversario del nacimiento de Truman Capote [1924-1984] o el día internacional de cosas más o menos exóticas como el derecho a la blasfemia, es el Día Internacional de la Traducción, trabajo que me parece difícil como pocos en cualquiera de sus versiones.

El motivo de elegir este día para visibilizar el trabajo de quienes traducen es conmemorar la muerte, en el año 420, de Jerónimo de Estridón [340-420], uno de los padres de la Iglesia y primer traductor de la Biblia del griego y el hebreo al latín por encargo del papa Dámaso I, con el objetivo, según la wikipedia, de hacerla "más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras". Es la traducción que se conoce como Vulgata.

No hace mucho, paseando por el Museo del Prado, fui consciente de que ese edificio es una mina maravillosa para esta sección de gente que lee. Creo que ya ha caído por aquí algún cuadro del Prado entre las muchas pinturas que a estas alturas hay ya colgadas en este 'muro', incluso tenemos también algún Jerónimo desde hace tiempo por aquí. Pero ese día que paseaba por las salas saqué papel y lápiz y empecé a anotar gente que lee en el Prado: Campin, Velázquez, Rubens, Houasse, Goya, Pinazo, van der Weyden... en fin, un no parar. De golpe añadí un montón de material nuevo para ir colgándolo poco a poco aquí. Y de hecho sólo estuve allí un rato y sin ser muy exhaustivo: tengo que volver pronto.
(Sospecho que ésto le va a gustar especialmente a mi amigo Paco... ;o)

Además estoy encantado con la nueva web que tiene el museo desde hace algún tiempo. Llena de información, muy accesible, de gran calidad y con magníficas reproducciones de las pinturas. Así da gusto.


Quien hoy lee en mi blog es San Jerónimo, claro, el traductor, retratado entre libros en un óleo sobre tabla pintado en 1541 por Marinus van Reymerswaele [ca.1490 - ca. 1567].

jueves, 29 de septiembre de 2016

miércoles, 28 de septiembre de 2016

martes, 27 de septiembre de 2016

La nostalgia

[...] pero la nostalgia no es un sentimiento estético, ni siquiera está ligada al recuerdo de la felicidad, se siente nostalgia de un lugar simplemente porque uno ha vivido allí, poco importa si bien o mal, el pasado siempre es bonito, y también el futuro, sólo duele el presente y cargamos con él como un absceso de sufrimiento que nos acompaña entre dos infinitos de apacible felicidad.

De la novela Sumisión [2015] de Michel Houellebecq [1956- ].

lunes, 26 de septiembre de 2016

Hay muchas maneras de matar

Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc.
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.

Bertolt Brecht [1898-1956]

domingo, 25 de septiembre de 2016

viernes, 23 de septiembre de 2016

jueves, 22 de septiembre de 2016

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Lo sé todo

Cuando era pequeño sólo sabía cosas pequeñas, pero ahora que tengo cinco años lo sé todo.

De la película Room [2015], hermosa y terrible.
Muy recomendable.

martes, 20 de septiembre de 2016

Relatos en Cadena

Este año me he propuesto participar todas las semanas que pueda en el concurso Relatos en Cadena, que organiza la Escuela de Escritores y la Cadena Ser. Y además he decidido colgar aquí todos los que vaya enviando.
Ya van dos... y esta semana ando dándole vueltas al tercero...

lunes, 19 de septiembre de 2016

gente que lee (109)

Italo Calvino [1923-1985], de cuya muerte se cumplen hoy 31 años, leyendo.

domingo, 18 de septiembre de 2016

sábado, 17 de septiembre de 2016

Bibliotecas en Islandia

No tardó Fridriksson en preguntar a mi tío cuál había sido el resultado de sus investigaciones en la biblioteca.
–Vuestra biblioteca –exclamó el profesor Lidenbrock– no se compone más que de libros descabalados y estantes casi vacíos.
–¡Cómo! –respondió Fridriksson–. Poseemos ocho mil volúmenes, entre ellos muchos libros preciosos y raros, obras en antigua lengua escandinava, y todas las publicaciones nuevas de que Copenhague nos surte anualmente.
–¿Qué estáis diciendo de ocho mil volúmenes? ¿Dónde tendría yo los ojos?
–¡Oh! Señor Lidenbrock, los libros circulan por el país. Hay afición al estudio en nuestra vieja isla de hielo. No hay un labrador, ni un pescador que no sepa leer y lea. En nuestra opinión los libros, en lugar de enmohecerse en un estante, lejos de las miradas de los curiosos, se han escrito para uso de los lectores. Así es que los volúmenes pasan de una a otra mano, hojeados, leídos y releídos, y con frecuencia no vuelven a su estante sino después de una excursión de uno o dos años.
–Entre tanto –respondió mi tío con cierto enojo– los extranjeros...
–¿Qué le haremos? Los extranjeros tienen en su país sus bibliotecas, y lo principal es que nuestros compatriotas se instruyan. Os lo repito, la afición al estudio está en la sangre islandesa. Así es que en 1816 fundamos una sociedad literaria que marcha perfectamente, honrándose de pertenecer a ella algunos sabios extranjeros. Publica libros para instrucción de nuestros conciudadanos, y presta al país verdaderos servicios. Si queréis, señor Lidenbrock, ser uno de nuestros socios corresponsales, nos honraréis sobremanera.

De Viaje al centro de la Tierra, novela escrita en 1864 por Julio Verne [1828-1905] y ambientada en Islandia (y en su subsuelo... ;o) en 1863.

viernes, 16 de septiembre de 2016

jueves, 15 de septiembre de 2016

Relatos sin relato

El nuevo concepto de "story" ("relato"), que tiene su génesis en la obra de Chéjov, se centra en la nueva definición de "experiencia inmediata" que sólo se da en la brevedad y que se nutre de una incertidumbre y de una deshumanización altamente creativa, de una impresión emocional y cognitiva provocada por algún detalle aparentemente nimio de la vida cotidiana que al insertarse en pleno devenir de una vida se convierte en la expresión más clara de su universalidad. Sabido es que el espacio del relato breve no permite la acumulación de los detalles ni de las experiencias en su prolongada interacción social, como ocurre con la novela, con unos personajes que se describen desde fuera como si fueran reales y a los que se subordina el argumento casi siempre de manera lineal. Esto lleva a la construcción de un nuevo personaje, y a la nueva estrategia narrativa de construcción del personaje, que no sólo es más eficaz en el relato breve como obra de arte con sus características de máxima condensación y efecto único trascendental, sino que expresa más fielmente la compleja realidad humana y social de la época. En la obra de Chéjov no existen los personajes tal y como tradicionalmente los concebimos, existen los múltiples estados de conciencia y, más específicamente -esto es algo que afectó directamente a Mansfield-, los múltiples estados de ánimo, presentados de forma nítida y libres de todo atisbo sentimentaloide. El ser y el devenir ocupan el espacio narrativo de la acción provocando toda una oleada de crítica sobre que son historias sin historia, o relatos sin relato, que hoy nos sirve para situar con más claridad los márgenes de la transgresión de aquella ficción vanguardista. Los ritmos se multiplican y el tono pasa a ocupar el sitio del argumento, convirtiéndonos en lectores implicados en la deriva del relato.

Me gustan mucho esos relatos en los que aparentemente no pasa nada o lo que pasa parece tan irrelevante que llega a quedar en segundo plano frente a cómo se sienten los personajes y cómo viven eso que ocurre. Pienso por ejemplo en cuentos de Raymond Carver o de Alice Munro o en alguno de Medardo Fraile que he leído últimamente, en los que muchas veces el 'argumento' pasa casi desapercibido y lo que (al menos a mí me) queda es la sensación de cómo lo han vivido las personas que han deambulado por esas pocas páginas.

Estoy leyendo estos días los Relatos breves de Katherine Mansfield [1888-1923]. He encontrado este párrafo en la introducción (muy interesante para tener un primer acercamiento a la autora, que yo no conocía) que hace Juani Guerra (también editora y traductora).

Muy recomendable.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

gente que lee (108)

Quienes leen en esta fotografía son Julia y Leslie Stephen, los padres de Virginia Woolf [1882-1941], que es la niña que mira a la cámara a la derecha. La imagen está tomada en 1893.

martes, 13 de septiembre de 2016

lunes, 12 de septiembre de 2016

Hombres necios

   Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
   Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén, 
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
   Combatís su resistencia,
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
   Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
   Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
   ¿Qué humor puede haber más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
   Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
   Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata, 
y, si os admite, es liviana.
   Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel,
y a otra por fácil culpáis.
   Pues ¿cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
   Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere,
y quejaos en hora buena.
   Dan las amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
   ¿Cuál mayor culpa ha tenido,
en una pasión errada,
la que cae de rogada,
o el que rueda de caído?
   ¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
   Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
   Dejad de solicitar,
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os puede rogar.
   Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesas e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Ventana sobre la memoria (I)

A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos.
Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla.

De Las palabras andantes [1993] de Eduardo Galeano [1940-2015].

sábado, 10 de septiembre de 2016

Educación

[...] A diferencia de lo que sugiere el título, [se refiere a la Vindicación de los derechos de la mujer, escrito en 1792 por Mary Wollstonecraft], su tema principal no es la exclusión de las mujeres de la esfera pública. Fundamentalmente a Wollstonecraft le preocupa el derecho de la mujer a la educación. En general, la educación femenina de su época perseguía un único objetivo: "que sean capaces de agradar". Las muchachas y jóvenes, así formula ella la práctica habitual, "confinadas en jaulas como la raza emplumada, no tienen nada que hacer sino acicalarse el plumaje y pasearse de percha en percha". Esta experiencia la vivió a lo largo del año que trabajó de institutriz con la familia irlandesa. La formación tiene una única finalidad: casar a la joven de la manera más ventajosa posible, y la consecuencia es que cambia la jaula de la casa paterna por la de la casa del esposo. Se convierte en el "juguete del hombre", escribe Mary, "en su sonajero", que debe cascabelear en su oído siempre que el hombre, dejando a un lado la razón, desee divertirse. 
Esto lleva a Mary Wollstonecraft a plantear su primera reivindicación: reconocer a la mujer no sólo como ser sexual, sino también como ser racional. Combate con vehemencia la famosa frase de Rousseau de que los hombres sólo son criaturas sexuales a veces, mientras que las mujeres lo son siempre. "Las mujeres no serían siempre mujeres si se les permitiese ser más racionales", escribe. La debilidad y los errores que se reprochaban a las mujeres desde tiempo inmemorial por el hecho de ser mujeres no tenían nada que ver con su sexo, sino que en realidad eran consecuencia de la minoría de edad a que las condenaban los hombres y el matrimonio. Por eso su obra exhorta a una revolución de la educación de la mujer y, a fin de cuentas, de las costumbres femeninas. Las chicas deberían recibir la misma educación que los chicos, las mujeres deberían tener las mismas oportunidades que los hombres, incluida la del ascenso social, el matrimonio se debería contraer libremente. La independencia femenina de pensamiento y obra y el desempeño del papel de madre no son para ella cosas opuestas. En una época en la que era habitual que las mujeres acomodadas se desentendieran de sus hijos nada más nacer para que los criaran personas desconocidas, ella aboga por una maternidad consciente, liberal. Para ser una buena madre, una mujer debía "tener sentido y esa independencia de mente que pocas mujeres poseen, pues están educadas para ser totalmente dependientes de sus esposos", escribe. Mary Wollstonecraft fue la primera en ver que la emancipación de las mujeres dependía de la complicidad de los hombres. Mientras los hombres no cumplan sus deberes paternos, argumenta, tampoco puede esperarse que las mujeres pasen el tiempo en el cuarto de los niños en lugar de ante el espejo. Considera que la excesiva preocupación de las mujeres por la apariencia es un pobre intento de "obtener de forma indirecta un poco de poder del que injustamente se les niega una parte". [...] 

De Mujeres y libros [2013] de Stefan Bollmann [1958- ].

viernes, 9 de septiembre de 2016

Mediocridad

Es cierto que, en mi juventud, las elecciones eran muy poco interesantes; la mediocridad de la "oferta política" era incluso sorprendente. Un candidato de centroizquierda era elegido, por uno o dos mandatos según su carisma individual, y oscuras razones le impedían llevar a cabo un tercero; luego la población se hartaba de ese candidato y más generalmente del centroizquierda, se observaba un fenómeno de alternancia democrática y los votantes llevaban al poder a un candidato de centroderecha, a ése también por uno o dos mandatos, en función de su propia naturaleza. Curiosamente, los países occidentales estaban extremadamente orgullosos de ese sistema electoral que, sin embargo, no era mucho más que el reparto de poder entre dos bandas rivales, y llegaban incluso a declarar guerras para imponerlo a países que no compartían su entusiasmo.

He encontrado este párrafo hace unos días leyendo la novela Sumisión [2015] de Michel Houellebecq [1956- ]. Parece especialmente pertinente en estos tiempos de políticas inciertas (y políticxs mediocres) que vivimos en España...

(Por cierto, la novela tiene algunas cosas que personalmente me chirrían un poco, pero me ha parecido muy recomendable.)

jueves, 8 de septiembre de 2016

Hay cosas más importantes que los libros

Hay cosas mucho más importantes que los libros, como las gentes que pierden sus casas o como las gentes que madrugan para impedir que a otras les quiten sus casas, como el trabajar precario o sentirse inútil por no tener trabajo, como las cifras de pobreza infantil o como echar de menos a l@s que ya no están.

Hay cosas más más importantes, como la generosidad infinita de sus autor@s y el saber hacernos escapar a paraísos artificiales, como la alegría de l@s lector@s y su afán de perseguir sus creaciones hasta lugares remotos, como el riesgo editorial o el cuidado de sus obras, como las personas que hay detrás de cada uno de ellos y que los hacen suyos.

Hay cosas más importantes, como vivir bajo un sistema cruel y unos gobernantes incapaces y sinvergüenzas, como sobrevivir en un mundo que da más importancia al dinero que a las personas, como la humanidad que huye de fronteras para encontrar otras, como morir en el Mediterráneo buscando una vida mejor.

Hay cosas más importantes, como enfrentarse a una sociedad machista y patriarcal, como andar con miedo por la calle, como las agresiones fascistas y l@s que luchan por detenerlas, como el maltrato animal y ante él, la mano amiga que acoge o defiende sus derechos.

Hay cosas más importantes, como la esperanza de que entre tod@s podamos hacer un mundo mejor, como el cariño y el apoyo que le dais a esta pequeña librería para seguir manteniéndola viva.

Hay cosas más importantes que los libros pero todas, afortunadamente todas, están en los libros.


Hace unas cuantas semanas la librería Delirio colgó este texto para celebrar sus cinco años. Comparto aquí todas esas cosas que son más importantes que los libros pero que, afortunadamente, están en los libros.
Aún no he estado en la librería, pero soy muy fan de su facebook. Os lo recomiendo. Trabaja allí gente de esa insensata que piensa que llevar una librería no es únicamente vender libros...

miércoles, 7 de septiembre de 2016

martes, 6 de septiembre de 2016

gente que lee (107)

Amigxs que me mandan fotos: Mayra leyendo en algún lugar de Sidney...
¡Gracias!

lunes, 5 de septiembre de 2016

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque 
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti [1920-2009]

domingo, 4 de septiembre de 2016

sábado, 3 de septiembre de 2016

Lost in translation

Hace unas cuantas semanas volví a ver la película Lost in translation [2003]. Creo que quizá fue la última peli que vi en mi anterior casa antes de mudarme. Qué lejos queda el principio del verano desde este septiembre que acaba de empezar.
Me gusta muchísimo esa peli. Es una película bella y triste, que siempre que la veo, y ya la he visto unas cuantas veces, es capaz de arrancarme alguna lágrima y alguna sonrisa. Me hace sentir bien. Me reconforta. Y me sienta especialmente bien verla cuando ando flojito o cansado o no muy animoso...

viernes, 2 de septiembre de 2016

Cartas largas o breves

Os escribo una larga carta porque no tengo tiempo para escribir una breve.

He leído hace un par de semanas Saludos cordiales [2005] del italiano Andrea Bajani [1975- ]. Es una novelita (casi epistolar) más que recomendable que muestra una visión muy corrosiva (y desde mi punto de vista muy acertada) del mundo laboral actual. En la primera página me encontré esta cita de Voltaire que me encantó...

jueves, 1 de septiembre de 2016

Cruce de líneas

Tengo casi cuarenta y cinco años. Llevo unos zapatos muy gastados, un pantalón no muy nuevo y un par de camisetas, una encima de otra. Sujeta a la misma barra del metro a la que me he agarrado al subir al vagón en Noviciado hay una chica de ventitantos. Su piel es muy blanca, con muchas pecas muy claritas. El pelo muy rubio y corto, recogido en una brevísima coletita que recuerda a una de esas brochas de afeitar que se usaban hace años en las barberías. Está un poco girada y no le veo los ojos. Parece extranjera, quizá noruega, islandesa, sueca. Lleva unos vaqueros negros, una camiseta con un viñeta de cómic, para mi gusto un poco estridente, una rebeca negra, muy finita, y unas zapatillas nuevas con la lengüeta enorme y con el borde ajedrezado en rosa y negro. Voy leyendo los 'Cuentos de Canterbury' de Chaucer. Ella 'Cándido' de Voltaire, en español. Ambos vamos concentrados en nuestros libros, aunque yo de vez en cuando levanto la vista hacia ella, pensando que quizá también ella mire hacia donde estoy yo y nos encontremos.
No consigo verla bien. Entre nosotros dos hay un hombre de unos cincuenta años, trajeado. En una mano lleva un maletín de cuero oscuro, no muy grande. Imagino que dentro hay un ordenador y papeles. Tiene barba y gafas y un pequeñísimo arito en el lóbulo de la oreja izquierda. Con la otra mano sujeta un móvil con el que está hablando con alguien de su oficina, una mujer. Hablan sobre una memoria que hay que presentar esta misma mañana, sobre los datos que hay que analizar antes de redactarla y sobre el informe que hay que incluir en esa memoria y que tenía que haber enviado alguien ayer por la tarde.
Cuando levanto la vista de mi libro casi sólo veo al hombre. En alguna curva puedo ver la coletita rubia y una manga de la rebeca negra.
En Ópera se baja mucha gente. Quienes quedamos en el vagón nos recolocamos, aprovechando el nuevo espacio que ha quedado libre, para evitar estar demasiado cerca de los demás. Él se mueve para dejar pasar a alguien que estaba sentado a mi lado y cuando el tren vuelve a arrancar, durante un instante, ella y yo levantamos la vista y cruzamos las miradas, nos vemos, nos miramos un segundo. En medio queda la cabeza de él, su nariz, las gafas, su brazo en alto sujetándose a una de las barras del techo, y el teléfono que ahora sujeta con el hombro mientras sigue hablando sobre los documentos que hay que enviar cuanto antes.
Si miro hacia ella, ahora sólo veo su ojo derecho, parte de su cara, su hombro. Si ella me mira creo que sólo ve mi lado izquierdo. Moviéndonos un poco para evitar al hombre nos miramos de nuevo un instante, volvemos a bajar la mirada y seguimos leyendo.
Me bajo del vagón en Sol. Ellos siguen en dirección a Ventas. Volvemos a mirarnos cuando el metro arranca. Ella dentro, yo fuera. Mantenemos la mirada unos segundos y sonreímos. El hombre del maletín sigue hablando por teléfono.

Madrid, septiembre de 2012.

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Cruce de líneas por Román J. Navarro Carrasco se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.