He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

domingo, 31 de mayo de 2015

¿Cuántos libros hay en tu casa?

Hace unos días un amigo me contó que un tipo que parecía saber de lo que hablaba le había contado que todos los indicadores relacionados con el éxito o fracaso escolar (nivel de formación de los padres, nivel económico de la familia, etc., etc.) se podían reducir a uno solo: el número de libros que hay en casa. Y añadía que si hay más de 200 libros el fracaso escolar se reduce de forma muy significativa.
Lo importante, naturalmente, al menos así lo entiendo yo, no es el número en sí, no se trata de un concurso, sino las implicaciones que supone tener en casa todos esos libros: lecturas diversas, intereses, curiosidad, inquietudes... y además, en muchos casos, el interés por los libros suele ir acompañado del interés por muchas más cosas: la música, el cine, el teatro, los viajes, etc., etc., etc.

sábado, 30 de mayo de 2015

¿Escribir?

Escribir es corregir.

Se lo escuché decir al escritor Manuel Longares [1943- ] hace unos días en la radio.

viernes, 29 de mayo de 2015

¿Te vienes?

Hoy empieza la feria del libro de Madrid... ¿te vienes?

Por cierto, ¿has visto cómo mola el cartel de este año?

jueves, 28 de mayo de 2015

miércoles, 27 de mayo de 2015

gente que lee (40)

Viejo leyendo [1882]
Van Gogh [1853-1890]

martes, 26 de mayo de 2015

Bodegón con libros

Bodegón con libros pintado al óleo por el pintor holandés Gerrit van Vucht [ca. 1610-1697].

lunes, 25 de mayo de 2015

Un tirano solo

Por ahora no deseo sino comprender, si es posible, cómo puede ocurrir que tantos hombres, tantas aldeas, tantas ciudades, tantas naciones, sufran de cuando en cuando un tirano solo, que no tiene más poder que el que se da él mismo; que no tiene más poder que su causar daño, y en tanto que aquéllos han de querer sufrirle; y que no sabría hacerles mal alguno, sino en tanto en cuanto prefieren mejor sufrirle que contradecirle.

Del Discurso de la servidumbre voluntaria, escrito por Étienne de La Boétie [1530-1563] en Francia a mediados del siglo XVI.

sábado, 23 de mayo de 2015

Los peces

-Ten cuidado -le dice el pez grande al pez chico-, eso es un anzuelo. No lo muerdas.
-¿Por qué? -pregunta el pez chico.
-Por dos razones -responde el pez gordo-. La primera es que si lo muerdes, te pescan, te rebozan en harina y te fríen en la sartén. Después te comen, con dos hojitas de lechuga de guarnición.
-¡Arrea! Muchas gracias. Me has salvado la vida. ¿Y la segunda razón?
-La segunda razón -dice el pez grande- es que te quiero comer yo.

Gianni Rodari [1920-1980].

viernes, 22 de mayo de 2015

Una de las misteriosas leyes de la vida...

Una de las misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.

De la biografía de Michel de Montaigne [1533-1592] escrita por Stefan Zweig [1881-1942].

jueves, 21 de mayo de 2015

Preferiría no hacerlo

6) Se da el caso de quien renuncia a escribir porque considera que él no es nadie. Pepín Bello, por ejemplo. Marguerite Duras decía: "La historia de mi vida no existe. No hay centro. No hay camino, ni línea. Hay vastos espacios donde se ha hecho creer que había alguien, pero no es verdad, no había nadie." "No soy nadie", dice Pepín Bello cuando se habla con él y se hace referencia a su probado rol de galvanizador o artífice, profeta o cerebro de la generación del 27, y sobre todo del grupo que él, García Lorca, Buñuel y Dalí formaron en la Residencia de Estudiantes. En La edad de oro, Vicente Molina Foix cuenta cómo, al recordarle a Bello su influencia decisiva en los mejores cerebros de su generación, éste se limitó a contestarle, con una modestia que no sonó a hueca ni orgullosa: "No soy nadie."
Por mucho que se le insista a Pepín Bello -hoy un hombre de noventa y tres años, sorprendente ágrafo a pesar de su genialidad artística-, por mucho que hasta se le recuerde que todas las memorias y los libros que tratan de la generación del 27 resuenan con su nombre, por mucho que se le diga que en todos esos libros se habla de él en términos de grandísima admiración por sus ocurrencias, por sus anticipaciones, por su agudeza, por mucho que se le diga que él fue el cerebro en la sombra de la generación literaria más brillante de la España de este siglo, por mucho que se le insista en todo esto, él siempre dice que no es nadie, y luego, riendo de una manera infinitamente seria, aclara: "He escrito mucho, pero no queda nada. He perdido cartas y he perdido textos escritos en aquella época de la Residencia, porque no les he dado ningún valor. He escrito memorias y las he roto. El género de las memorias es importante, pero yo no."
En España, Pepín Bello es el escritor del No por excelencia, el arquetipo genial del artista hispano sin obras. Bello figura en todos los diccionarios artísticos, se le reconoce una actividad excepcional, y sin embargo carece de obras, ha cruzado por la historia del arte sin ambiciones de alcanzar alguna cima: "No he escrito nunca con ánimo de publicar. Lo hice para los amigos, para reírnos, por pitorreo."
Una vez, estando yo de paso en Madrid, hará de eso unos cinco años, me dejé caer por la Residencia de Estudiantes, donde habían organizado un acto en homenaje a Buñuel. Allí estaba Pepín Bello. Le espié un buen rato y hasta me acerqué mucho a él para ver qué clase de cosas decía. Dicho con un pitorreo zumbón y divertido, le escuché decir esto:
-Yo soy el Pepín Bello de los manuales y los diccionarios.
Nunca dejará de admirarme el destino de este recalcitrante ágrafo, de quien siempre se resalta su absoluta sencillez, como si él supiera que en ella se encuentra el verdadero modo de distinguirse.

El fin de semana pasado estuve malito en casa (cosas de los cambios de estación y del tiempo inestable de la sierra...) y aproveché para conocer a los Bartlebys: primero leí Bartleby, el escribiente [1853], de Herman Melville [1819-1891]. Y después Bartleby y compañía [2000] de Enrique Vila-Matas [1948- ], al que pertenece el texto de arriba sobre Pepín Bello [1904-2008], de cuyo nacimiento, por cierto, se cumplieron 111 años el pasado miércoles, 13 de mayo.

Hacía tiempo que les tenía ganas a los Bartlebys. Las recomendaciones me habían llegado desde muchos sitios, y la última había sido, claro, desde n'UNDO: Los Bartlebys son sin duda la versión literaria de n'UNDO: escribir desde la resta, desde la renuncia, quizá NO escribir...

miércoles, 20 de mayo de 2015

gente que lee (39)

Dos mujeres leyendo [1934]
Picasso [1881-1973]

martes, 19 de mayo de 2015

La incertidumbre

La incertidumbre, frente a las vehementes esperanzas y temores, es dolorosa, pero hay que soportarla si deseamos vivir sin tener que apoyarnos en consoladores cuentos de hadas.

De la Historia de la Filosofía Occidental [1945] de Bertrand Russell [1872-1970], de cuyo nacimiento se cumplieron ayer 143 años.

lunes, 18 de mayo de 2015

Sitios a los que sueño

Es raro, de hecho no me ocurre con frecuencia, pero me he acostumbrado a que de vez en cuando, después de un sueño intranquilo, no despierto en mi cama sino en el lugar con el que acabo de soñar.
Algunas veces vivo situaciones algo embarazosas, como cuando amanezco en un dormitorio que no es el mío junto a alguien que no espera verme al despertar, o en sitios alejados de mi casa, de los que no es fácil regresar. En esos casos intento volver a dormirme enseguida y obligarme a soñar con mi propia habitación para despertar de nuevo allí.
Hace un par de meses soñé con un lugar que no reconocía, pero que me sonaba quizá de algún viaje o de algún otro sueño. Es un pueblito pequeño, agradable, junto al mar. Aún no sé qué mar. Frente a la casa en la que desperté hay una parcela con un pequeño huerto. A lo lejos se ven montañas. La familia que vive aquí me ha acogido muy bien. Al principio nos costaba entendernos, pero poco a poco empiezo a chapurrear su idioma. Duermo mejor. He decidido quedarme.

Navalafuente, abril de 2015.

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Sitios a los que sueño by Román J. Navarro Carrasco is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

domingo, 17 de mayo de 2015

¿Qué hay en una cabeza que no lee?

Hace años que me intriga saber qué hay exactamente en la cabeza de una persona que no lee. ¿En qué se apoya un cerebro así para perdurar en el tiempo y sobrellevar las 24 horas del día, durante una existencia entera? ¿De qué están hechos sus muros? ¿Cómo se alimenta? Una vez le escuché decir a Fernando Savater que la cabeza de alguien que no lee, o que apenas lee, debe ser algo muy parecido a "un desván vacío", en el que en silencio y lentamente se deposita un polvo espeso y anochecido. Tal vez.
Existe una carta de Kafka a Max Brod en la que el autor de La metamorfosis golpea aún más duro y mejor, cuando observa que "Si el libro que estamos leyendo no nos espabila de un mazazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? [...] Necesitamos que los libros nos afecten igual que una catástrofe, que nos duelan en lo más hondo, como la muerte de alguien a quien queremos más que a nuestra propia vida, como ser desterrados a un bosque alejados de todos, como un suicidio. Un libro debe ser el hacha para el mar helado de nuestro interior". Kafka, como Savater muchos años después, asimila un cerebro sin lecturas a un lugar frío, inhóspito, alumbrado por una luz mortecina.

Fantástico el artículo de Juan Tallón [1975- ] que encontré hace unos días en su blog.
Merece la pena leerlo entero...

sábado, 16 de mayo de 2015

viernes, 15 de mayo de 2015

El silencio

[...] sus palabras fueron como una melodía, y notó que se le agitaba la respiración, que engullía el aire. No lloraría, era absurdo llorar después de tanto tiempo; pero se le empañaron los ojos y sintió un enorme peso en el pecho y un picor en la garganta. El escozor de las lágrimas. No emitió sonido alguno. Él le cogió la mano con la suya, enlazadas ambas sobre la mesa, y entre ellos creció el silencio, un silencio antiguo que los dos conocían. Ella estaba dentro de ese silencio y estaba a salvo.

De Americanah [2013] de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie [1977- ].

jueves, 14 de mayo de 2015

flm15

Me encanta el cartel que han elegido para la Feria del Libro de Madrid de este año, del ilustrador Fernando Vicente:

miércoles, 13 de mayo de 2015

martes, 12 de mayo de 2015

Para escribir poemas

Para escribir poemas, la fábrica está muy bien. El trabajo es monótono, se puede pensar en otras cosas y las máquinas tienen un ritmo regular que ayuda a contar los versos. En mi cajón, tengo una hoja de papel y un lápiz. Cuando el poema toma forma, lo anoto. Por la noche, lo paso a limpio en una libreta.

De La analfabeta [2004], autobiografía de la escritora húngara Agota Kristof [1935-2011].

lunes, 11 de mayo de 2015

La habitación circular

Durante los diez años siguientes, Michel de Montaigne pasa la mayor parte de su vida en la torre. Le basta subir unos cuantos peldaños de la escalera de caracol para no oír los ruidos y las conversaciones de la casa, para olvidar los quehaceres que le molestan, pues "tengo un corazón sensible que se inquieta fácilmente; cuando está ocupado en algo, el simple zumbido de una mosca puede asesinarlo". Si mira por la ventana, ve abajo "mi huerto, mi corral, mi patio, y dentro de la mayoría de partes de mi casa". Pero a su alrededor, en la habitación circular, sólo están sus libros, que tanto ama. Una gran parte los ha heredado de La Boétie, los demás los ha comprado. No es que pase el día leyendo; se siente dichoso con saber que están ahí. "Sabiendo que los puedo disfrutar cuando quiera, estoy satisfecho con el mero hecho de poseerlos. Nunca viajo sin libros, ya sea en tiempos de paz o en tiempos de guerra. Pero a menudo paso días y meses sin mirarlos. Los leeré poco a poco, me digo, mañana o cuando me plazca... Son las mejores provisiones que he encontrado para este viaje de la vida". Los libros no son como los hombres, que lo asedian y lo importunan con su palabrería y a quienes resulta difícil eludir. Si no se los llama, no vienen; puede tomar éste o aquel, a su antojo. "Mi biblioteca es mi reino y en ella trato de que mi gobierno sea absoluto". Los libros le cuentan sus puntos de vista, y él responde con los suyos. Expresan sus pensamientos y le inspiran otros. No molestan cuando él guarda silencio; sólo hablan cuando él les pregunta. Éste es su reino. Ellos están a su servicio.

De la biografía de Michel de Montaigne [1533-1592] escrita por Stefan Zweig [1881-1942].

"Librairie Montaigne1" by Mcleclat - Own work. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.

domingo, 10 de mayo de 2015

La mirada del escultor

...Cuando estoy delante de una cafetería y miro a la gente pasar por la acera de enfrente, la veo muy pequeña, como figuritas muy pequeñas, cosa que encuentro maravillosa. Pero me es imposible imaginar que son de tamaño natural. Es decir, a esa distancia se convierten en simples apariencias. Si la misma persona se acerca, se transforma en otra persona. Pero si se acerca demasiado, pongamos a dos metros, entonces en el fondo, ya no la veo. Es decir, ahí ya no tiene el tamaño natural; ahí ha invadido todo tu campo visual. Y la ves borrosa. Y si te acercas un poco más, entonces la visión desaparece por completo. Y al principio resulta molesta, no se distingue; o es para tocarla, ¿no? Se pasa de un ámbito a otro. ¿No?

Texto de una entrevista de 1964 al pintor y escultor suizo Alberto Giacometti [1901-1966]. Lo encontré hace unos días en una exposición que vi en Madrid sobre Giacometti y su mirada.
La fotografía es de Henri Cartier-Bresson.

sábado, 9 de mayo de 2015

APOD

Cuelgo aquí otro blog/web al que entro a diario aunque no tiene mucho que ver con libros y lecturas (y ya van varios, prometo reformarme en el próximo): Astronomy Picture of the Day.
Cada día una imagen diferente de nuestro universo, con una breve explicación. Imágenes fascinantes, sugerentes, sorprendentes, inquietantes... para todos los gustos...

En la web de APOD se pueden encontrar imágenes como ésta hecha por el Hubble:
o lugares exóticos y muy, muy lejanos (aunque no tanto como las galaxias de la foto de arriba) como éste:
o también, claro, algunos libros:

Además, de vez en cuando, cuelgan vídeos chulos, como éste o este otro, que es una de mis entradas favoritas de APOD:

Happiness ir frequently contagious -- few people are able to watch the above video without smiling.
---

Y ésta es la entrada de hoy en Astronomy Picture of the Day...

viernes, 8 de mayo de 2015

Huecos

Empecé a trabajar en este blog en febrero del año pasado, hace ahora unos quince meses. En diciembre de 2014 le añadí un contador de Google para tener una idea de cuánta gente entraba a verlo y de dónde llegaban: una de las cosas que hacen lxs de Google es un mapa indicando la procedencia de las visitas.
Esta es la pinta que tiene ese mapa del Capítulo VI desde primeros de diciembre hasta hoy:
Mola, pero hay aún muchos huecos en blanco... ¿conocéis a alguien en Paraguay, en Mongolia, en Finlandia, en Mali, en Filipinas, en Ucrania......... a quien le pueda interesar las cosas que se cuentan en este blog...?

jueves, 7 de mayo de 2015

Había transcurrido una docena de años...

Había transcurrido una docena de años desde que no me llamaban ya "Joyita" y me encontraba en la estación de metro de Châtelet en la hora punta. Estaba entre el gentío que recorría el interminable pasadizo, en el pasillo rodante. Una mujer llevaba un abrigo amarillo. Me había llamado la atención el color del abrigo e iba viéndola de espaldas, en el pasillo rodante. Luego seguía por el pasadizo donde indicaba "Dirección Châtelet-de-Vincennes". Ahora estábamos parados, apretujados unos contra otros en medio de la escalera, esperando a que se abriera la portezuela. Se hallaba a mi lado. Entonces le vi la cara. El parecido de aquel rostro con el de mi madre era tan increíble que pensé que era ella.

Comienzo de la novela Joyita [2001], del escritor francés Patrick Modiano [1945- ], premio Nobel de literatura en 2014.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Zweig y Montaigne

Hay escritores, pocos, que son accesibles a cualquier persona de cualquier edad y en cualquier época de la vida -Homero, Shakespeare, Goethe, Balzac, Tolstoi-, y hay otros que sólo despliegan todo su significado en un momento determinado. Entre estos últimos se encuentra Montaigne. No se puede ser demasiado joven, ni tampoco carecer de experiencia y desengaños, para poder apreciarlo como es debido, y su pensamiento libre e imperturbable es aún más beneficioso cuando se muestra a una generación que, como la nuestra, ha sido arrojada por el destino a  una catarata mundial de proporciones catastróficas. Sólo aquel que tiene que vivir en su alma estremecida una época que, con la guerra, la violencia y las ideologías tiránicas, amenaza la vida del individuo y, en esta vida, su más preciosa esencia, la libertad individual, sabe cuánto coraje, cuánta honradez y decisión se requiere para permanecer fiel a su yo más íntimo en estos tiempos de locura gregaria, y sabe que nada en el mundo es más difícil y problemático que conservar impoluta la independencia intelectual y moral en medio de una catástrofe de masas. Sólo cuando uno mismo haya desesperado y dudado de la razón y de la dignidad humanas, puede alabar como una proeza el hecho de que un individuo se mantenga ejemplarmente íntegro en medio de un caos mundial.

Durante el fin de semana pasado he leído la biografía de Michel de Montaigne [1533-1592] que escribió Stefan Zweig [1881-1942]. Este texto es el inicio del primer capítulo.
Es un libro extraordinario por muchos motivos: por cómo está escrito; por el orden que sigue al tocar los diferentes temas que el autor considera fundamentales para entender a Montaigne: su familia, su educación, su retiro, los ensayos, su viaje, etc.; por la brevedad y el acierto con los que es capaz de tocar todos esos temas...
Y sobre todo porque en apenas cien páginas logra dar una idea muy precisa sobre la vida de Montaigne, sobre el entorno convulso de la Francia del siglo XVI en el que vivió, y sobre las inquietantes similitudes que Zweig encontraba entre la época en la que vivió el francés y la que a él mismo le estaba tocando vivir mientras escribía en plena guerra mundial. [De hecho el libro está inacabado porque Zweig, ante las noticias que llegaban de Europa mientras huía a Brasil, se quitó la vida antes de darlo por terminado.]
Este librito es una excelente forma de acercarse a la figura de Montaigne y conseguir una muy buena visión general sobre su vida y su obra. Absolutamente recomendable.

martes, 5 de mayo de 2015

La vuelta a casa

El director suele llevar a los visitantes distinguidos al pabellón de los condenados a cadena perpetua, para que escuchen a este hombre contar la historia de su crimen: Mucho tiempo lejos de casa, primero en la otra punta del planeta, días y días de reuniones para intentar entrar en la dichosa fusión, y cuando conseguimos eliminar las resistencias y vencer a nuestros adversarios tuve que recorrer una por una las sucursales, las filiales, las empresas asociadas, evitando todas las asechanzas, unos querían hechizarme con malas mañas, otros pretendían que me quedase, zafándome de los cantos seductores, de quienes me devorarían si pudiesen de los que quisieran destruirme. Yo estaba a punto de explotar. Llego por fin a casa, de improviso, y me encuentro con que mi mujer ha organizado una fiesta. Al parecer, llevaba montando estas juergas casi desde que me fui, mi casa llena de gorrones bebiéndose mis vinos, comiéndose mis cecinas y mis quesos. Y mi mujer me dice, tan tranquila, que mi hijo se ha marchado por ahí, no sabe a dónde. Subo a mi estudio y me encuentro con que han instalado allí una especie de telar enorme, todo está revuelto, hilos, varillas de madera, tijeras. Exploté, agarré un par de escopetas, una pistola, bajé a la sala y empecé a disparar, estaba tan ciego de ira que también me la llevé a ella por delante. El director no se cansa de escuchar este relato, menuda odisea, exclama una vez más, mientras se aleja por el corredor con los visitantes.

Microrrelato de José María Merino [1941- ] incluido en La glorieta de los fugitivos [2007].

lunes, 4 de mayo de 2015

domingo, 3 de mayo de 2015

En buena compañía...

Estos días ando enredándome con Michel de Montaigne.
Cada vez más...
[Continuará...]

sábado, 2 de mayo de 2015

No quiero ser un encanto

-Gracias -contestó ella. Luego en voz más baja, para compensar su irritación, añadió-: Eres un encanto.
-No quiero ser un encanto. Quiero ser el puto amor de tu vida -repuso Curt con una fuerza que la desconcertó.

De la novela Americanah [2013] de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie [1977- ].

viernes, 1 de mayo de 2015

La filosofía, tal como yo entiendo esta palabra...

La filosofía, tal como yo entiendo esta palabra, es algo que se encuentra entre la teología y la ciencia. Como la teología, consiste en especulaciones sobre temas a los que los conocimientos exactos no han podido llegar; como la ciencia, apela más a la razón humana que a una autoridad, sea ésta de tradición o de revelación. Todo conocimiento definido pertenece a la ciencia -así lo afirmaría yo-, y todo dogma, en cuanto sobrepasa el conocimiento determinado, pertenece a la teología. Pero entre la teología y la ciencia hay una tierra de nadie, expuesta a los ataques de ambas partes: esa tierra de nadie es la filosofía. Casi todos los problemas que poseen un máximo interés para los espíritus especulativos no pueden ser resueltos por la ciencia, y las certeras réplicas de los teólogos ya no nos parecen tan convincentes como en los siglos pasados. ¿Está dividido el mundo en espíritu y materia? Y suponiendo que así sea, ¿qué es espíritu y qué es materia? ¿Está el espíritu sometido a la materia o está dotado de fuerzas independientes? ¿Tiene el universo unidad o finalidad? ¿Está evolucionando hacia una meta? ¿Existen realmente leyes de la naturaleza, o creemos solamente en ellas por nuestra innata tendencia al orden? ¿Es el hombre lo que le parece al astrónomo, a saber: un minúsculo conjunto de carbono y agua, moviéndose en un pequeño e insignificante planeta? ¿O es lo que le parece a Hamlet? ¿Acaso las dos cosas a la vez? ¿Existe una manera noble de vivir y otra vil, o son todos los modos de vida meramente fútiles? Si hay un modo de vida noble, ¿en qué consiste y cómo lo realizaremos? ¿Debe ser eterno lo bueno para merecer una valoración, o vale la pena buscarlo, incluso en el caso de que el universo se moviera inexorablemente hacia la muerte? ¿Existe la sabiduría, o lo que parece tal es solamente un último refinamiento de la locura? Cuestiones como estas no hallan respuesta en ningún laboratorio. Las teologías han pretendido dar respuestas, todas demasiado concretas, pero precisamente su precisión hace que el espíritu moderno las mire con recelo. El estudio de estos problemas, aunque no los resuelva, es misión de la filosofía. 

De la Historia de la Filosofía Occidental [1945] de Bertrand Russell [1872-1970].