He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

jueves, 30 de junio de 2016

Llorar

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Del libro Espantapájaros (al alcance de todos) [1932], del poeta argentino Oliverio Girondo [1891-1967].

miércoles, 29 de junio de 2016

La siguiente

Cuando un cocinero se hace famoso, escribe un libro. Cuando un deportista se hace famoso, escribe un libro. Cuando un criminal se hace famoso, escribe un libro. Cuando un alpinista se hace famoso, escribe un libro. Cuando un actor se hace famoso, escribe un libro. Cuando un locutor de televisión se hace famoso, escribe un libro. Cuando un cantante se hace famoso, escribe un libro. Cuando un político se hace famoso, escribe un libro. Cuando un millonario se hace famoso, escribe un libro. Cuando un corrupto se hace famoso, escribe un libro. Cuando un expresidiario se hace famoso, escribe un libro. Cuando un youtuber se hace famoso, escribe un libro. Cuando un torero se hace famoso, escribe un libro. Cuando un famoso se vuelve más famoso, escribe otro libro. 
Y así de forma sucesiva. Todos los caminos conducen al libro. Sin embargo, cuando un escritor escribe un libro no puede hacerse cocinero ni deportista ni actor ni político. Cuando un escritor escribe un libro, se pone a pensar en el siguiente, que quizá le salga o quizá no. A lo mejor le sale, y lo publica y la editorial le invita a firmar ejemplares en una feria del libro a la que el escritor acude ingenuamente para comprobar que quienes de verdad firman son los alpinistas, los expresidarios, los actores, los youtubers… Viene a ser, piensa, como si en un congreso sobre la salud tuvieran más éxito los curanderos que los médicos.
Claro que todo el mundo tiene derecho a escribir libros, y a establecerse como curandero, incluso a escribir libros sobre la curandería. Pero un congreso de oncólogos debería ser un congreso de oncólogos. El escritor decide no acudir en el futuro a ninguna feria. Pero el miedo a ser tachado de envidioso le conducirá a la siguiente.

Columna publicada por Juan José Millás [1946- ] en El País hace un par de semanas...

lunes, 27 de junio de 2016

Ya no hay locos

Ya no hay locos,
ya no hay locos,
ya no hay locos, amigos, ya no hay locos...
ya no hay locos,
ya no hay locos, en España, ya no hay locos...

Se murió aquel manchego, 
aquel estrafalario fantasma del desierto...

Ya no hay locos,
ya no hay locos, en España, ya no hay locos...
ya no hay locos,
ya no hay locos, amigos, ya no hay locos...

Todo el mundo está cuerdo,
terrible, horriblemente cuerdo...

Ya no hay locos,
ya no hay locos, amigos, ya no hay locos...
ya no hay locos,
ya no hay locos, en España, ya no hay locos...

Cuándo se pierde el juicio,
yo pregunto cuándo se pierde, cuándo.
Si no es ahora que la justicia vale menos que el orín de los perros.

Ya no hay locos,
ya no hay locos, en España, ya no hay locos...
ya no hay locos,
ya no hay locos, amigos, ya no hay locos...

Todo el mundo está cuerdo,
terrible, horriblemente cuerdo...

Ya no hay locos...

Desolado con los resultados de las elecciones de ayer.
Ganó el miedo a la ilusión.
Un amigo me dice en facebook que donde yo veo miedo, otra gente ve cordura.
Pues eso.

(Los versos de arriba son una versión cantada de Paco Ibáñez [1934- ] a partir del poema Ya no hay locos de León Felipe [1884-1968])

domingo, 26 de junio de 2016

bVotas



votar

Del lat. mediev. votare.
1. intr. Dicho de una personaDar su voto o decir su dictamen en una reunión cuerpo deliberanteo en una elección de personasU. t. c. tr.


botar

Del germ. *bōtan 'golpear'.
1. tr. Arrojartirarechar fuera a alguien o algo.

Hoy voy a romper con mi vieja costumbre de no ir a votar.
Acabamos de pasar San Juan, un buen día, como cualquier otro, para botar lo viejo y hacer hueco a lo nuevo. Pocas veces, tal vez nunca, hemos tenido tan cerca la posibilidad de hacer limpieza, de abrir ventanas y puertas y dejar que corra el aire para que se limpie la casa.

Desde mi ventana veo el cielo muy despejado, pero espero que hoy llueva a cántaros por todas partes...
...es tiempo de vivir y de soñar y de creer que tiene que llover...

[La foto es de SOL en papel. ¡Gracias!]

sábado, 25 de junio de 2016

viernes, 24 de junio de 2016

La mancha mínima

Ya he contado varias veces aquí que a principios de este año me inscribí en uno de los talleres de escritura creativa de la Escuela de Escritores de Madrid. Durante el curso la escuela hace la propuesta a lxs alumnxs de que quien quiera pueda enviar algún relato para formar parte de lo que llaman el 'libro de los alumnos' de cada año.
Hace un par de días pasé por allí para conseguir mi ejemplar... Al salir de la escuela, mientras caminaba hacia el metro, no pude evitar mirar rápidamente el índice para buscar dónde estaba mi relatito...
Es la primera vez que veo uno de mis cuentos impreso en papel. Estoy encantado. Y siento que es el primer pasito de un (espero) largo camino...

¡Seguimos!

jueves, 23 de junio de 2016

Del rigor en la ciencia

...En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuatro, cap. XLV, Lérida, 1658.

De El hacedor [1960] de Jorge Luis Borges [1899-1986].

miércoles, 22 de junio de 2016

Viajes

Hoy hace 436 años que Michel de Montaigne salió de su castillo, cercano a la ciudad francesa de Burdeos, con la intención de hacer un gran viaje por Europa, al estilo del los Grand Tour que se pondrían tan de moda en los siglos siguientes, y que, pasando primero por París para mostrarle al Rey sus Ensayos, le llevó luego por zonas de lo que hoy son Francia, Alemania, Suiza, Austria e Italia.
Hace mucho tiempo que deseo hacer este viaje siguiendo el Diario que escribió Montaigne durante el suyo. Me había propuesto hacerlo durante este verano, salir hoy respetando su calendario, y cumplir mis cuarenta y nueve años mientras hacía el mismo recorrido en el que Montaigne los cumplió. De ahí surgió hace unos meses la idea de iniciar el blog El viaje de Montaigne, que ahora reposa en calma, paciente, esperando momentos más adecuados para crecer.
Pero la vida no siempre nos lleva por los caminos que decidimos. Y para estas fechas me tenía reservados otros viajes, más breves en kilómetros pero no menos estimulantes...
¡Seguimos!

martes, 21 de junio de 2016

gente que lee (94)

Alguien leyendo en el Parque del Retiro de Madrid, hace unas cuantas semanas...

lunes, 20 de junio de 2016

Se miran...

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan, 
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean, 
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan, 
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan, 
se rehúyen, se evaden y se entregan.

Oliverio Girondo [1891-1967]

domingo, 19 de junio de 2016

sábado, 18 de junio de 2016

viernes, 17 de junio de 2016

El mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

De El libro de los abrazos [1989], del escritor uruguayo Eduardo Galeano [1940-2015].

jueves, 16 de junio de 2016

Personalidades

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo -me pregunto- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir todas juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

Acabo de descubrir al poeta argentino Oliverio Girondo [1891-1967] con el librito Espantapájaros (al alcance de todos) [1932] que me han prestado hace unos días.

miércoles, 15 de junio de 2016

martes, 14 de junio de 2016

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. 
No sé cuál de los dos escribe esta página.

De El hacedor [1960], del escritor argentino Jorge Luis Borges [1899-1986], de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 30 años.
Borges fotografíado en 1969 por Pepe Fernández [1928-2006]

lunes, 13 de junio de 2016

La decisión de Julia

Últimamente estoy intentando poner poesía todos los lunes en mi blog. Hoy, lunes, podría parecer que dejo la poesía aparcada para hablar de cine, pero no, seguimos con la poesía...
Oí hablar de La decisión de Julia hace unos meses, cuando tuve la suerte de coincidir con Marta Belaustegui en el curso de escritura creativa que hice en la Escuela de Escritores. Allí nos habló del estreno de la película, nos contó que era una peli muy especial y nos dijo que espabiláramos si queríamos verla porque no tardarían mucho en quitarla de las salas.
No me dio tiempo a verla. Efectivamente es una de esas pelis 'raras' que no aguantan muchos días en la cartelera. Nada que ver con tantas otras cuyo interés se mide por el número de entradas vendidas. Ésta es una película en blanco y negro, con mucho diálogo y poca acción, con muy poquitos personajes que se mueven prácticamente todo el tiempo en un espacio muy reducido. Es casi una obra de teatro filmada. Y habla, de una forma muy bella, sobre la muerte y la vida y el amor y la dignidad.
Alguien podría pensar que con todos estos ingredientes es una película 'difícil' de ver... pero, ¿qué significa difícil? Parece que si una película o una novela habla de cosas como la vida y la muerte nos va a costar mucho esfuerzo entrar en ella y en lo que nos cuenta, pero en realidad hablar de la muerte y la vida y la dignidad y el amor y la libertad no es más que hablar de cada uno y cada una de nosotrxs y de lo que vivimos día a día... No, definitivamente una película así no era probable que estuviera mucho tiempo en los cines.
El viernes pasado la programaron en el Centro de Humanidades de La Cabrera, el centro cultural del que ya he hablado aquí en alguna ocasión y que se ha convertido para mí en una referencia de mi vida en la sierra. Desde hace algún tiempo están haciendo proyecciones de películas como ésta, casi en una labor de 'rescate', y además invitan a algunas de las personas del equipo. El otro día vinieron Marta y Norberto López Amado, el director.
La película comienza con la llegada de Julia a una habitación de hotel. Lleva una pequeña maleta, va con muy poco equipaje, como supongo que deben hacerse los grandes viajes, los viajes importantes. En esa habitación, que fue importante para ella en otro momento, va a rememorar su vida, las personas que han pasado por ella y las decisiones que la han ido construyendo hasta llegar al día de hoy.
Sí, tal vez sea cierto que La decisión de Julia no es una peli fácil de ver. Ni cómoda. Tiene por momentos una belleza que es casi dolorosa. La fotografía en blanco y negro, las luces, los primerísimos planos de caras, manos, gestos, objetos. Hay momentos que no te dejan casi respirar. Te enfrenta a cada rato a las decisiones de Julia y te hace pensar constantemente en las tuyas propias, las importantes, las que te hacen vivir tu vida de una forma digna y libre.

En el breve diálogo que tuvimos al terminar la peli con Marta y Norberto, éste dijo que la de Julia es una historia que habla de la dignidad, y que la dignidad es, tal vez, 'hacer lo correcto'. ¿Qué otro argumento puede haber para convencerse de que ésta es una película importante y necesaria?

domingo, 12 de junio de 2016

sábado, 11 de junio de 2016

Escribir por escribir

Me gusta escribir por el mero hecho de escribir. Al igual que Walser, desconfío de que pueda comunicarse la angustia, encuentro a veces suficientes y superficiales las palabras, aunque quizás sirvan precisamente para ocultar la angustia. Me gusta escribir por escribir, del mismo modo que hay viajeros que no viajan en busca de países remotos y de alicientes externos sino por el placer intrínseco del viaje.

De la novela Doctor Pasavento [2005] de Enrique Vila-Matas [1948- ].

viernes, 10 de junio de 2016

Lectoras

Las lectoras del siglo XVIII no eran en modo alguno las receptoras pasivas por las que las tenían muchos hombres: esa especie en peligro de extinción que requería vigilancia y tutela para no ser víctima de la lectura y de los deseos y fantasías que ésta desencadenaba. La intensidad y la emotividad con que las mujeres de aquella época leían sobre todo novelas tenían que ver con que éstas eran el único medio en el que se abordaban cuestiones vitales que las afectaban de manera directa. Las novelas eran promesas de amor y pasión, y desde el punto de vista actual resulta fácil criticarlas por esa estrechez de miras y por hacer pasar por ideología la afirmación de que lo importante en la vida es el gran amor y nada más. No obstante, ésta es una consideración retrospectiva, hecha desde una distancia de más de dos siglos y pasada por el tamiz de numerosas teorías, desde el psicoanálisis hasta los estudios de género que se han formulado en el ínterin. Para las mujeres de entonces, las novelas constituían una forma de autoconocimiento tan liberadora como insustituible: en ellas se trataban sus emociones y preocupaciones, su manera de sentir y pensar, y las lectoras hacían suyo ese trato, un primer paso hacia la seguridad en sí mismas y la emancipación. Numerosas traducciones del siglo XVIII se deben a lectoras que se toparon con novelas que querían hacer llegar a otras lectoras.

De Mujeres y libros [2013] de Stefan Bollmann [1958- ].

jueves, 9 de junio de 2016

La vida

Hay muchos motivos por los que me gusta leer. Y uno de ellos, y seguro que no es el menos importante, es por los mundos y las vidas que me abre, por todo lo que me muestra que me mueve y me remueve, por las historias que encuentro en los libros que no son las que están en mi vida y que de algún modo la completan y la enriquecen.

A veces, algunos días, en tu propia vida, o en la mía, pasan suficientes cosas como para llenar novelas enteras. Creo que para mí ayer fue uno de esos días. Fue un día aparentemente normal, en el que hice cosas que hago casi todos los días: dí algunas clases, hice compra, leí un rato, me encontré con gente, conduje de un pueblo a otro, escribí algunos mails... Pero entre los muchos días en los que no ocurre nada que te saque de tu lugar, de tu centro, de vez en cuando hay alguno que te hace pensar que, a pesar de todo, la vida es mucho más rica, más plena, más excitante, más alegre y más triste, más emocionante que muchas novelas.

Ayer efectivamente hice muchas cosas de las que hago habitualmente. Por ejemplo, por la mañana añadí una nota más a este blog, que de todo lo que estoy haciendo últimamente es una de las cosas que más me gusta y me divierte.
Luego fui a Manjirón. Hacía mucho que no iba por allí después de dejar la casa en la que viví año y medio. Aún no me he 'curado' del todo de esa experiencia que para mí resultó muy catártica, y me conmovió ayer hacer de nuevo la carreterita que llega hasta allí desde la autovía. Me han propuesto hacer un trabajo fotográfico sobre la zona de Puentes Viejas. Creo que además de un trabajo alimenticio va a ser una buena 'terapia' para ayudarme a resolver mi relación con el lugar en que viví y cicatrizar del todo, por fin, esa etapa.
Ya que estaba por la zona continué la ronda y fui también a Buitrago. Y tuve allí varias conversaciones con gente que me encontré en la frutería, en la biblioteca... Conversaciones que me sientan bien, reveladoras, que me hacen crecer de un modo u otro, que me ayudan a mirar y a entender. Pasé buena parte del día haciendo 'mandaos', como diría mi abuela: cogí unos cuantos libros en la biblioteca, saqué un billete de tren para ir en julio a celebrar con mis padres sus primeros cincuenta años de casadxs, dí una clase particular en la que me tocó, aunque no es mi tema, hablar de historia del arte, y traté de contagiar a mi alumno, un chaval de diecinueve años, el asombro que sentí cuando vi el David de Miguel Ángel o al visitar el Panteón de Agripa.
Al llegar a casa me enteré de que la semana que viene operarán a mi madre. No parece grave, pero me acercaré un par de días a Algeciras a acompañar. Nos sentará bien estar cerca. Y al rato me llamó Vero, una de las personas más importantes de mi vida desde hace muchos años. Hacía tiempo que no hablábamos, así que me gustó oírla y que me contara sobre el trabajo, interesantísimo, que está haciendo en Ecuador y sobre cómo se siente estas semanas allí. Y me contó también la muerte de Vicente y el nacimiento de Adriana. Las dos cosas esperadas, pero no por esperadas menos impresionantes.
Por la tarde dí otra clase, esta vez de matemáticas, y volví a ver de cerca la fragilidad, la inseguridad de los dieciséis años. Volví a ser consciente de que mi trabajo con lxs alumnxs, en muchísimas ocasiones, no es tanto explicar polinomios y logaritmos sino escuchar, animar, dar confianza, sostener de algún modo.
Y luego al CCH, uno de los lugares sobre los que gira mi vida últimamente en la sierra, al que voy todas las semanas, unas veces como profe del taller de fotografía y otras, la mayoría, como usuario del centro. Allí me encontré con más amigxs, tuve más conversaciones interesantes, hablamos sobre la exposición del taller de fotografía, sobre el Club de Lectura Serrano, sobre la vida......

A veces uno se pregunta para qué nos hacen falta las novelas teniendo la vida...

miércoles, 8 de junio de 2016

gente que lee (92)

Hoy, otra vez, me ayudan lxs amigxs a hacer mi blog. Éste es Iñaki (casi) leyendo.
¡Gracias Sol!

martes, 7 de junio de 2016

¿Qué duda cabe...?

¿Qué duda cabe...?
Leer es un placer...

lunes, 6 de junio de 2016

Jitanjáfora

Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveola jitanjáfora
iris salumba salífera.

Olivia oleo olorife
alalai cánfora sandra
miligítara girófara
zumbra ulalindre calandra.

No hace mucho descubrí que en la web del DRAE han incorporado una sección que llaman la Palabra del día y me he aficionado a entrar siempre que puedo a ver con qué me encuentro. (Hoy, cerúleo, a, que tal vez uno pensaría que tiene que ver con la cera, pero tiene que ver con el cielo...). El otro día, curioseando por allí, dí con la palabra jitanjáfora. La había oído alguna vez pero no conocía su historia:

jitanjáfora
Palabra con la que finaliza el tercer verso de un poema que, repleto de voces sin significado, pero de gran sonoridad, compuso en 1929 Mariano Brull, 1891-1956, poeta cubano, y de la que se valió Alfonso Reyes, 1889-1959, humanista mexicano, para designar esta clase de enunciados.
1. f. Texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen.

Me he acordado, claro, del glíglico de Julio Cortázar, y de cómo cuando apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y ambos caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes........

domingo, 5 de junio de 2016

Hay que ser gilipollas

Hala, se acabó. A tomar por saco. Ya te has muerto. Toda la puta vida pringando, siendo formal, haciendo lo que se esperaba de ti, currando como si hubieras sido la única persona en el mundo que tenía que currar, y ahora vas y te mueres. Es que hay que ser gilipollas. Hay personas que, en cuanto las conoces un poco, acabas pensando que da igual que vivan mucho o poco, que pasan por aquí sin darse ni cuenta. Lo siento, qué quieres que haga, muchas veces lo he pensado de ti. Hay demasiada gente que lleva una vida anodina, mediocre, sin pena ni gloria. Sólo haciendo cada día lo que tienen que hacer. Dan la impresión, como la dabas tú tantas veces, de pasar por aquí como si ésto no fuera un juego en el que al final siempre pierdes. La vida siempre acaba mal. Tendrías que habértela tomado con un poco más de humor, con un poco más de relajo, porque es una partida en la que hagas lo que hagas siempre acabas en la peor casilla. Da igual que de vez en cuando te salga una buena tirada a los dados, al final la cagas y al hoyo. Y a veces demasiado pronto. Sí, ya sé que si alguien me oyera estas cosas me preguntaría quién y con qué criterio va a decidir quién lleva una vida interesante y quién no. Pero joder, lo que es una cagada es que te pases la vida estudiando, trabajando, siendo responsable y haciendo todo lo que el resto quiere que hagas, y de repente palmes sin cumplir los cuarenta. ¡Menuda mierda! Y ahora en el tanatorio me voy a encontrar con toda la familia. Ya deben estar allí tu padre, tu madre y no sé cuánta gente más. Supongo que voy a encontrarme allí a todo el mundo. ¡Joder! Y encima a quienes hemos venido al tanatorio nos va a tocar poner cara de vaya lástima, qué pena morir tan joven, si casi ni le ha dado tiempo a vivir. Pues claro que no te ha dado tiempo a vivir, tendrías que haber espabilado antes si querías disfrutar un poco de los cuatro putos días que tenemos. Pero bueno, ésto es lo que hay. Intentaré tomar buena nota para que no se me pase la vida sin darme ni cuenta, porque un día te despistas, sales a la calle como si fuera un día más y de repente te cae un tiesto o en un hospital te dan un diagnóstico más feo de lo que esperas o te cruzas con alguien borracho conduciendo un coche o te atragantas con el hueso de un dátil y a la mierda, ya te han jodido. A ver, ¿cuál es tu sala? Catorce. Voy a asomarme a saludar y me largo, que acabo de llegar y ya estoy deseando irme de este sitio.

La Cabrera, febrero de 2016.

Licencia Creative Commons
Hay que ser gilipollas por Román J. Navarro Carrasco se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Este minirrelato es el resultado de otro de los ejercicios propuestos en el taller de escritura creativa que hice de enero a marzo de este año en la Escuela de Escritores.

sábado, 4 de junio de 2016

viernes, 3 de junio de 2016

jueves, 2 de junio de 2016

Es mucha presión

Liniers
Mi sobrino Óscar, gran lector, cumple hoy quince años.
Esta entrada de hoy es para él.
¡Felicidades!

miércoles, 1 de junio de 2016

gente que lee (91)

El poeta inglés Alfred Tennyson [1809-1892] fotografiado en mayo de 1865 por Julia Margaret Cameron [1815-1879].
La imagen pertenece a la serie fotográfica que hizo Cameron respondiendo al encargo de Tennyson de ilustrar su obra Idylls of the King, una serie de poemas basados en las leyendas del rey Arturo.
Actualmente se conserva en el Victory & Albert Museum.