He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

miércoles, 24 de agosto de 2016

Millennium

Estos días he estado releyendo la trilogía Millennium (Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire) del sueco Stieg Larsson [1954-2004]. Me han vuelto a gustar, como la primera vez que las leí hace seis o siete años. Mucho.

La primera noticia que tuve de estas novelas fue por mi amigo David. Estando en su casa de Lanzarote de vacaciones me contó que estaba leyendo una novela que le tenía enganchadísimo, que estaba flipando con el ritmo que tenía, con cómo contaba detalles sobre los personajes, el ordenador que usaban, la calle por la que estaban circulando en Estocolmo... Y también me decía que la historia era adictiva, que cada noche de aquella semana que estuve allí se quedaba hasta las tantas leyendo para saber cómo iba avanzando la historia... aunque iba a tener que quedarse con las ganas de saber cómo acababa porque aún había dos volúmenes más que todavía tardarían algún tiempo en traducirse y publicarse en español.

Me fío mucho de David y de sus gustos libreros, así que tomé buena nota del autor y del título de los que me hablaba y, eso sí, tomé la precaución de esperar a que estuvieran publicadas las tres novelas en español para poder leerlas seguidas, de un tirón.

Y así lo hice. Y efectivamente me engancharon y me gustaron mucho. Efectivamente, como dice la gente de unlibroaldia, es posible que en los dos últimos volúmenes a Larsson se le haya ido un poco la mano al querer hacer la historia demasiado cinematográfica y entremezclar (quizá) demasiadas tramas en paralelo... Pero lo cierto es que estos días, mientras las volvía a leer, a pesar de ya conocer la historia y el desenlace, me lo he vuelto a pasar muy bien con Mikael y Lisbeth y toda esa pandilla que les acompaña...

Son tres novelas que en realidad creo que es una sola en tres volúmenes. O quizá, como mucho, dos. Y es cierto que habla de demasiadas cosas, que hay demasiados personajes, demasiadas tramas entremezcladas... Pero en el fondo lo importante, lo que verdaderamente a mí me interesa de todas estas páginas es que, como dice Mikael al final del tercer volumen,

...al fin y al cabo, esta historia no va de espías y sectas estatales, sino de la violencia que se comete habitualmente contra las mujeres y de los hombres que lo hacen posible... 

Para mí estas dos líneas dan la clave en la que hay que leer estas casi tres mil páginas de intriga, violencia, sexo, amistad, odios y lealtades. En realidad éste es para mí, sin duda, el verdadero motivo de que me haya vuelto tan fan de Stieg Larsson y de que haya disfrutado tanto leyendo por segunda vez (y quizá no última) su trilogía...

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