He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

sábado, 13 de junio de 2015

Un deseo ingrávido, sin fisuras

Flotaba entre ambos un deseo ingrávido, sin fisuras. Se inclinó y lo besó, y él tardó en reaccionar, pero al cabo de un momento le quitaba la blusa a tirones, le bajaba bruscamente las copas del sujetador para liberarle los pechos. Ella conservaba un vívido recuerdo de la firmeza de su abrazo, y sin embargo se percibía también algo nuevo en su unión; sus cuerpos recordaban y no recordaban. Ella le tocó la cicatriz del torso, recordándola otra vez. Siempre había considerado la expresión "hacer el amor" un poco sensiblera; "tener relaciones sexuales" le parecía más auténtica y "follar" era más excitante, pero después, tendida a su lado, los dos sonriendo, a veces riendo, el cuerpo de ella sumido en una sensación de paz, pensó en lo acertada que era esa expresión, "hacer el amor". Se produjo un despertar incluso en sus uñas, en aquellas partes de su cuerpo que siempre habían estado adormecidas. Deseó decirle: "No ha habido semana que no haya pensado en ti". Pero ¿era verdad? Claro que hubo semanas durante las cuales él quedó oculto bajo capas de su vida, pero tenía sensación de que era verdad.

De Americanah [2013] de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie [1977- ].

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