He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

miércoles, 4 de julio de 2018

Brixton

Hace unos días me fui de excursión por Londres tratando de buscar Kenwood House, una casa en la que hay una colección de pintura interesante. Me despisté, metí mal la dirección en el citymapper, y aparecí en Brixton, un barrio muy muy lejos del lugar al que quería ir originalmente.

Decidí que ya no tenía mucho sentido tratar de ir a donde iba y aproveché para dar uno de esos paseos que me gustan por la ciudad, vagabundeando sin rumbo fijo.

Y callejeando por allí me encontré con esto.
Primero vi la pintura del fondo, la de los niños "volando" sobre el libro. Me paré a hacer algunas fotos y a curiosear un poco y entonces se me acercó un pequeñajo que me preguntó si suponía quién podría ser uno de los niños que hay en la pintura.
Y me contó orgulloso que él es el de la izquierda y el otro era su amigo. Y que, naturalmente, también conocía al chaval que lo había pintado. Y que si me gustaba.

Estaba encantado que un tipo mayor, blanco, claramente forastero, se hubiera detenido interesado en la pintura en la que él aparecía...

Con la misma naturalidad me deseó un nice day, se despidió de mi y desapareció.

Y cuando a la vuelta volví a pasar por el mismo sitio, ya confirmado que no estaba en el barrio al que había querido ir originalmente, es cuando me di cuenta de que no era sólo la pintada, sino que al lado había una pequeña biblioteca callejera al aire libre.

¡Me encantan estas iniciativas!
¡Y al chavalillo con el que charlé esa mañana, también!

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