[...]
Morcillero :: Dime: ¿Cómo llegaré a ser alguien, si soy un morcillero?
Demóstenes :: Por eso mismo te engrandecerás, porque eres ruin, procedes del mercado y tienes desparpajo.
M :: No creo merecer tanta categoría.
D :: ¡Ay de mí! ¿Por qué razón dices no merecerla? Me pareces consciente de tener cierta virtud. ¿Acaso eres de buena familia?
M :: No, ¡por los dioses!, que yo sepa, vengo de gente ruin.
D :: ¡Oh! bienaventurado, ¡qué suerte tienes!, ¡qué buena condición la tuya para la política!
M :: Pero si ni siquiera sé, buen hombre, lo de la escuela, salvo las letras, y encima muy requetemal.
D :: Sólo eso te perjudica: saberlas muy requetemal. El liderazgo del pueblo no le va al hombre instruido, ni al honrado en su forma de ser, sino al ignorante y al corrupto. Conque no dejes escapar lo que te ofrecen los dioses en sus oráculos.
[...]
M :: Los oráculos me halagan. Pero me pregunto cómo seré yo capaz de gobernar al pueblo.
D :: Eso es tarea facilísima. Haz cabalmente lo que haces. Revuelve todos los asuntos, hazlos morcilla y congráciate siempre con el pueblo endulzándole con frasecillas de cocinero. Las demás condiciones del liderazgo las reúnes: lenguaje indecente, ruin linaje, eres discutidor. Tienes todo lo necesario para la política.
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De la comedia Los caballeros escrita por Aristófanes [445 aC - 385 aC] hace unos 2400 años y, sin embargo, tan actual...
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