[...] Como una epidemia, los presagios de la inminente Navidad se extienden por la ciudad. En pocos días, la purpurina y el algodón de barbas y nieve postizas contaminan todos los edificios. Su apartamento no es una excepción. Una corona de muérdago convierte la puerta en una especie de ataúd en posición vertical. Iluminado por intermitencias de ritmo previsible, un abeto decora el salón comedor. Vivir solo nunca ha sido un obstáculo para apuntarse a la tradición, constata. Al contrario. Le parece que, de este modo, combate la creencia según la cual las fiestas navideñas son para compartir no se sabe muy bien qué especie de espíritu familiar. Para él, sólo es un espectáculo que no quiere perderse. En Nochebuena, dejará las zapatillas al pie del árbol y, a la mañana siguiente, correrá a abrir los paquetes que, unas horas antes —y sigilosamente—, él mismo habrá colocado bajo las ramas de verde plastificado. Mientras tanto, tiene que pasar por el suplicio de elegir los regalos. De entrada, rechaza los demasiado prácticos: licuadoras, cepillos de dientes eléctricos, calcetines. Tampoco quiere saber nada de estilográficas. [...]
Del cuento El océano pacífico, de Sergi Pàmies [1960- ], incluido en El último libro de Sergi Pàmies [2000].
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