He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

viernes, 22 de abril de 2016

¡Eso no es un cuento!

Y por último, en cuanto a la brevedad en general, algunos saben que soy culpable de un cuento breve, brevísimo, de una línea, como los que deseaba Calvino, titulado "El dinosaurio". Cuando lo publiqué por primera vez, en 1959, formando parte de mi primer libro, Obras completas (y otros cuentos), lo hice con mucho temor y, en ese momento, con no menos temeridad.
Más de cuarenta años después, puedo decir que a ratos me arrepiento y que a veces me siento culpable de haber conspirado contra mí mismo, pues al principio no fue bien recibido. "¡Cómo! -dijo en aquel tiempo, enojado, un crítico-. ¿De una línea? ¡Eso no es un cuento!". Y yo le contesté que se trataba de un malentendido; que, en realidad, era una novela. En cuanto al público -oh, el público-. Interrogada frente a mí en una cena sobre si había leído ese cuento, una señora de sociedad contestó que por supuesto, que era el cuento mío que más le gustaba; pero que apenas iba por la mitad.

Del ensayo Breve, brevísimo, de Augusto Monterroso [1921-2003], incluido en el libro Literatura y vida [2003].

No hay comentarios:

Publicar un comentario