He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 8 de septiembre de 2015

En los trenes

En los trenes se producen a veces los encuentros más inesperados. Yo era escritor y no podía permitirme el lujo de dejar pasar aquella oportunidad. Aún no estaba escribiendo, por aquellos días, mi trilogía realista. Pero me alimentaba de la realidad en todos los cuentos que, de forma bastante prolífica, iba realizando con el ánimo de acabar reuniéndolos en un volumen con el que confiaba -como así fue- irrumpir con cierto éxito en el mundo editorial. Me dije que tal vez aquel hombre tenía alguna  historia interesante que contar. Yo era -lo soy también ahora, pero tal vez menos- una persona a la que le gustaba escuchar, supongo que porque pensaba que eso era fundamental para el oficio que había elegido. Yo era -lo sigo siendo, aunque no tanto como entonces- una persona muy indiscreta, me gustaba estar con los oídos muy atentos cuando viajaba en tren o estaba en un café o andaba por la calle. En multitud ya de ocasiones ciertas frases cazadas al azar o ciertas historias que me habían contado me habían servido para escribir relatos. Yo era también, pues, un extraño pasajero, uno de esos escritores de los que hablé antes, gente que para escribir cuentos sale a la calle o monta en trenes para espiarlo todo.

De la novela Extraña forma de vida [1997] de Enrique Vila-Matas [1948- ].

No hay comentarios:

Publicar un comentario