He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

martes, 2 de diciembre de 2014

Recoger agua del subsuelo

No os preocupéis por vuestros talentos y por vuestras capacidades: se desarrollarán mediante el ejercicio. Katagiri Roshi decía: "Las capacidades son como una capa de agua bajo la superficie de la tierra". La capa de agua no pertenece a nadie, pero todos pueden sacar agua de ella. Podemos alcanzarla mediante nuestros esfuerzos, y ella nos atravesará. Basta con ejercitarse escribiendo; cuando aprendemos a darle confianza a nuestra propia voz, entonces podemos dirigirla. Si queréis escribir una novela, escribidla. Si os apetece escribir ensayos o cuentos, escribidlos. Escribiéndolos, aprenderéis cómo se hace. Podéis estar seguros de que, poco a poco, adquiriréis las técnicas y el oficio que os hacen falta.
En cambio, a menudo empezamos a escribir arrancando desde un patrimonio de pobreza. Uno piensa que está vacío, y busca afanosamente profesores y cursos que puedan enseñarle a escribir. A escribir se aprende escribiendo. Parece sencillo, y lo es. No se aprende saliéndonos de nosotros mismos para dirigirnos a autoridades externas que, creemos, saben cómo se hace. Un amigo mío, gordo y muy simpático, decidió cierto día que quería empezar a hacer gimnasia. Se fue a la librería y se compró un libro para saber cómo se hacía. Pero para perder peso no es suficiente con leer un libro. Hay que hacer gimnasia.

Del libro El gozo de escribir [1986], de Natalie Goldberg.

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