He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

jueves, 5 de mayo de 2016

Mundo escrito y mundo no escrito

Mientras espero a que el mundo no escrito se aclare ante mis ojos, siempre hay una página escrita al alcance de mi mano en la que puedo volver a zambullirme; me apresuro a hacerlo con la mayor satisfacción: en ella, al menos, aunque logre comprender tan sólo una pequeña parte del total, puedo hacerme la ilusión de tenerlo todo controlado.
[...]
Llegados a este punto, me preguntaréis: si dices que tu verdadero mundo es la página escrita, si sólo en ella te sientes a gusto, ¿por qué quieres apartarte de él, por qué quieres aventurarte en este vasto mundo que no eres capaz de dominar? La respuesta es sencilla: para escribir. Porque soy un escritor. Lo que se espera de mí es que mire alrededor y capture rápidas imágenes de lo que sucede para después volver a inclinarme sobre mi escritorio y reanudar mi trabajo. Para hacer funcionar mi fábrica de palabras es por lo que debo extraer nuevos combustibles del pozo de lo no escrito.

De la conferencia-ensayo Mundo escrito y mundo no escrito, pronunciada por Italo Calvino [1923-1985] en Nueva York en 1983.

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