Anoche estuve en el intruso BAR en el primer (y parece que lamentablemente último) concierto de la gira mundial de presentación del disco La sonrisa de Calabacillas, de Gonzalo Sánchez-Terán.
Conozco a Gonzalo a través de Vero y de n'UNDO y he tenido la suerte de estar incluido en la lista de gente invitada al concierto de ayer. Me parece atrevido decir que somos amigos, es una palabra seria que me cuesta usar con ligereza, pero es una de esas personas que me resultan interesantes y que cada vez que coincido con él pienso que estaría bien volver a vernos una vez más...
Ayer me lo pasé como un enano. Disfruté de las canciones y del ambiente. Fue un concierto divertido, cultureta, político, cerebrudo, incorrecto, inteligente, comprometido, honesto, crítico, como creo que, hasta donde le conozco, es Gonzalo.
Es prácticamente seguro que ni él ni los amigxs que le acompañaban en el escenario se van a hacer multimillonarixs vendiendo este disco, sería rarísimo que llegaran a destrozar con él las listas de éxitos y de ventas, es muy improbable que les den el Nobel de Música, pero fue hermoso ver a alguien compartir y compartirse con amor y sinceridad. Esa afán de compartir lo tuyo con los tuyos es un bien escaso que se echa de menos y que se agradece cuando se encuentra.
¡Gracias!
Vano como insultar al tiempo
Vano como insultar al tiempo que nos regala su edad,
vano cual condenar a muerte al vientre de la verdad,
vano como arrodillarse ante los dioses de sal,
mejor andar por los valles como la lluvia de abril,
ser arponero del miedo hasta que el mismo miedo se esconda de ti.
Vano como quemar banderas para banderas izar,
vano cual derribar estatuas sin derruir el pedestal,
como sentarse a la mesa junto a la tenia del mal,
mejor andar por las plazas como los días de sol,
adiestrar a los silencios hasta que el silencio obedezca tu voz.
Vano como imponer fronteras al ave y al corazón,
vano cual escandir la vida con los dedos del temor,
inútil cual la nostalgia, inútil como el rencor,
mejor tumbarse en la hierba como la uva en la vid,
acariciar a los noes hasta que los noes confiesen su sí.
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