He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

jueves, 4 de febrero de 2016

Dos fotografías

La última noche que pasé en Teherán, un par de años después de comenzar con los seminarios de los jueves, unos pocos amigos y alumnos vinieron a casa para despedirse y ayudarme a hacer el equipaje. Cuando terminamos de vaciar la vivienda, cuando los objetos se esfumaron y los colores hubieron desaparecido en ocho maletas grises, como genios errantes que se desintegraran en sus respectivas botellas, mis alumnas y yo nos pusimos contra una pared blanca y desnuda del comedor y nos hicimos dos fotografías.
En este momento tengo las dos fotos ante mí. En la primera hay siete mujeres de pie, delante de una pared blanca. Todas llevan manto negro y pañuelo negro en la cabeza, de acuerdo con la ley del país; van totalmente tapadas, con excepción de las manos y del óvalo de la cara. En la otra fotografía están las mismas personas, en la misma postura, delante de la misma pared. Pero se han quitado el manto y el pañuelo. Manchas de color diferencian a una de otra. Destacan individualmente por el color y el estilo de la ropa, por el color y la longitud del cabello; ni siquiera las dos que llevan pañuelo parecen las mismas.

De la novela Leer Lolita en Teherán [2003] de la escritora iraní Azar Nafisi [1955- ].

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