He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

domingo, 24 de enero de 2016

En 'Una jornada particular'

Con Ettore Scola he hecho seis o siete películas. Me gusta Ettore. Tiene sentido del humor, es inteligente, a menudo tranchant, y simpático.
Con él puedes aportar ideas; si son válidas, las acepta. En una palabra, con Scola trabajas en colaboración. 
Recuerdo que en Una jornada particular yo, en el papel de homosexual, tenía que hacer una llamada telefónica muy delicada a mi amigo.
-Ettore -le dije-, el pudor me sugiere hacer esta escena totalmente de espaldas. Acércate por detrás de mí con la cámara, para que lo que yo diga no resulte violento, no llegue al espectador de forma desagradable. 
Scola estuvo de acuerdo, y es uno de los momentos más hermosos de la película. 
También en Una jornada particular, Ettore me preguntó si recordaba alguna canción de mi adolescencia. Me acordaba de una que oía en casa de mi tía, que tenía tres hijas, cuando bailábamos los domingos. "Guapas muchachas enamoradas las naranjas compradas tienen un mágico sabor un perfume de amor." Con esta tonadilla le enseño en la película los pasos de un baile a Sofía Loren. Para mí, Una jornada particular sigue siendo un ejemplo de cine verdaderamente extraordinario, puro. ¿Me atrevo a decirlo? Una obra maestra.
La primera película que hice con Scola se llamaba El demonio de los celos (Dramma della gelosia) y me permitió ganar el premio al mejor actor en el Festival de Cannes. Luego ha habido otras muchas. En La noche de Varennes (Il mondo nuovo), comenzada en Francia y terminada en Italia, me confió el hermosísimo personaje de Casanova ya anciano, con problemas de próstata, un hombre anclado en su juventud, consciente de que es incapaz de entender "el mundo nuevo" creado por la Revolución: "Tal vez si fuera más joven estaría con vosotros -dice el viejo Casanova-. Lo único que me molesta, lo que no acepto, es que en nombre de la Democracia un criado se exprese y hable con absoluta libertad, con conocimiento de las cosas. ¡No, eso sí que no!"
Espero hacer muy pronto otra película con Ettore Scola.

Lo he leído en Sí, ya me acuerdo... [1996], la autobiografía del actor italiano Marcello Mastroianni [1924-1996] que estoy leyendo estos días.
Esta misma semana, el martes, ha muerto Ettore Scola [1931-2016] en Roma. Nos deja un buen puñado de buenas historias bien contadas...
Sit tibi terra levis.

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