He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

domingo, 3 de enero de 2016

El poder del ahora

El poderoso atractivo que ejerce en los humanos la sexualidad se cifra, precisamente, en el poder del ahora. Los amantes más consumados están uno en el otro en ese presente eterno en que sus cuerpos y almas se entregan. La experiencia erótica puede ser tan intensa que no permite fugas al pasado ni al futuro: ese es su encanto, su atractivo. Como también ese es el encanto de la auténtica meditación y de cualquier actividad que se realice de forma totalmente entregada.
Cuando nos entregamos completamente a lo que hacemos, nada nos resulta gravoso y todo nos parece ligero. El gravamen se deja sentir cuando la entrega cede. Cualquier actividad realizada concentradamente es fuente de una dicha indescriptible. La creación artística, por ejemplo, es buena si produce alegría. En ese sentido, no es en absoluto cierto que haya que esforzarse o disciplinarse para escribir un libro. El libro se escribe solo, el cuadro se pinta solo, y el escritor o el pintor están ahí, ante su lienzo o cuaderno en blanco, mientras esto sucede. La virtud del escritor radica únicamente en estar ahí cuando el libro se escribe, eso es todo.

Capítulo 26 de la Biografía del silencio [2012] de Pablo d'Ors [1963- ].

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