Los teatros, los juegos, las farsas, los espectáculos, los gladiadores, los animales exóticos, las medallas, los cuadros y otras drogas semejantes eran para los pueblos antiguos los encantos de la servidumbre, el precio de su libertad y los instrumentos de la tiranía. Estos procedimientos, estas prácticas, estos engaños tenían los antiguos tiranos para adormecer a sus antiguos súbditos bajo el yugo. Así, los pueblos, entontecidos, encontrando bellos estos pasatiempos, distraídos por un vano placer que les pasaba ante los ojos, se acostumbraban a servir tan inocentemente -pero con mucho peores consecuencias- como los niños pequeños cuando, por ver las brillantes imágenes de los libros ilustrados, aprenden a leer.
Si Étienne de La Boétie [1530-1563] hubiera vivido en nuestro siglo quizá hubiera incluido en este párrafo de su Discurso algunas cosas más... quizá la tele, el fútbol...
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