He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]

lunes, 7 de diciembre de 2015

Lo salvaje

En literatura, sólo lo salvaje nos atrae. El aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación. Lo que nos deleita de Hamlet y La Ilíada, de todas las Escrituras y las mitologías, es la visión del mundo incivilizada, libre y natural, que no se aprende en las escuelas. Así como el ganso silvestre es más rápido y más bello que el doméstico, también lo es el pensamiento salvaje, pato real que vuela sobre los pantanos mientras cae el rocío. Un libro verdaderamente bueno es algo tan natural y tan inesperada e inexplicablemente bello y perfecto como una flor silvestre descubierta en las praderas del Oeste o en las junglas orientales.

Del librito Caminar [1862] de Henry David Thoreau [1817-1862].

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