Los gobiernos totalitarios y las religiones fundamentalistas operan con el mismo objetivo, reemplazando la búsqueda de la verdad por una respuesta incuestionable y castigando los que cuestionan.
Ayer encontré este párrafo en la introducción de la novela El relato de la escritora estadounidense de ciencia ficción, anarquista, taoísta y feminista, Ursula K. Le Guin [1929- ].
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