Fue la primera vez que asistí a un curso, taller, encuentro, etc. que me permitió organizar un poco ideas que, aunque me parecían de sentido común, aún tenía muy desordenadas: la igualdad de oportunidades, de derechos y de deberes entre hombres y mujeres, el sexismo en los juegos y juguetes o en la publicidad, el lenguaje inclusivo, la coeducación, los roles de género, etc. Aquel fin de semana me marcó muchísimo y me abrió caminos que aún hoy sigo transitando.
Durante esos días nos recomendaron varios libros y uno de ellos, cuyo título por algún motivo he recordado durante todos estos años, fue Chocolate amargo, de la escritora alemana Mirjam Pressler. Ayer lo encontré en la biblioteca del Centro de Humanidades de La Cabrera y lo leí de una sentada después de cenar.
Una novela escrita en 1980, hace ya un tercio de siglo, pero absolutamente vigente en todo lo que cuenta: las dificultades de la adolescencia con la propia imagen y la aceptación en el grupo, los roles dentro de la familia tradicional, la autoridad difícil de cuestionar del padre dentro de esa familia y la frustración de la madre por vivir una vida que no le gusta, la rebeldía adolescente y la rebeldía de mujeres que tratan de librarse de siglos de presión... Un libro muy recomendable no sólo para jóvenes, que es a quien en principio está dirigido, sino también para adultxs.
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