Ser escritor -mantenía él- era otra cosa; no consistía en escribir. El escritor, por vulgar que sea en apariencia, habita en una luz inaccesible que alumbra lo que le rodea para hacerle más clara la vida del mundo, mala o buena, y la de los demás, y hablar es una forma de escritura en el aire, sin afeites, sin trampa ni cartón, con correcciones y rectificaciones a la vista y al oído del que lo escucha. Cuando se es escritor, también se escribe con la vida... Y, además -solía añadir sonriendo-, las personas más influyentes de la Humanidad no han escrito jamás una palabra...
Del cuento Culturalia, incluido en el libro Antes del futuro imperfecto [2010], del cuentista Medardo Fraile [1925-2013], de cuyo nacimiento se cumplen hoy 91 años.
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