Vivimos hoy anegados en libros y es alucinante saber que el arranque de la gran filosofía ática, la que siglo tras siglo ha seguido incitándonos -la de Sócrates y Platón-, se consiguió (metafóricamente) con un cuarto de escaparate de cualquier librería de hoy, y aún con menos. Con poquísimos libros. Hoy hacen libros hasta los que no saben hacerlos y la factura de no pocos bestsellers no se diferencia gran cosa del proceso que nos pone en la mesa un arroz a banda, una perdiz estofada o un bacalao al pil-pil. El arte, o la artesanía, de cocinar un libro está a la orden del día. Escribir cualquier libro o llevarlo en la mano o debajo del brazo, retratarse entre libros prestigia, pero prestigio, en latín, no sólo significa la fascinación del mérito, sino también engaño, tropelía. El francotirador de la cultura tiene poco que ver con el que obedece al signo de la constancia.
De A media página [2012], recopilación de mini artículos de Medardo Fraile [1925-2013].
Totalmente de acuerdo. Quizás por eso evito los best-sellers, aunque alguno ha caído en mis manos. De todos modos, todo depende también de cómo se enfoque la lectura.
ResponderEliminarGracias por tu comentario May Shackleton.
EliminarSí, supongo que es un buen criterio tratar de evitar los best-sellers, al menos muchos de ellos...
Aunque a mi siempre me intriga qué es lo que tienen que hace que tanta gente los lea...