En la máquina de café calculo que se me coló media docena de septuagenarios, cuya determinación en la maniobra disuadía de cualquier intento de oponerse a ella. No los censuré por la impaciencia ni por la brusquedad de sus movimientos: tenían menos tiempo que yo por delante y menos reflejos, lo que influía sin duda en su forma de conducirse. Ya se vería qué viejo hacía yo, si se me otorgaba llegar a su edad. Si podía elegir, me pedía parecerme a mi madre y a mi abuela, los principales referentes de personas mayores que tenía en mi círculo más próximo. Ellas siempre habían sabido ocuparse antes de otros, sin reclamar nunca para sí. Son tan inciertos nuestros derechos sobre el mundo, y sobre lo que en cada momento nos ofrece, que una elegante renuncia y el paso atrás siempre me han parecido mucho más juiciosos y naturales que la codicia o el ansia de adelantarse al resto.
De la novela Los cuerpos extraños [2014] de la serie de Bevilacqua y Chamorro de Lorenzo Silva [1966].
Está genial tener donde elegir
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