Afortunadamente, en los últimos años se han multiplicado los trabajos y publicaciones que nos muestran «otro rostro» de la historia y dan a conocer el importante papel de las mujeres en todos los ámbitos: pensamiento, música, arte, etc.; y esto, de justicia es reconocerlo y puede apreciarse en la bibliografía final, gracias al empeño de muchas investigadoras que se esfuerzan además por sacar a las mujeres del ghetto histórico al que se las margina (pues otra forma de marginación, más sutil, es mostrar a «la» mujer que destacó en un determinado momento, como «rara avis» de su género), situándolas en su tiempo, en relación con su tiempo y con los movimientos de su tiempo, pues no existieron aisladas. Sin embargo, pesa todavía demasiado en el campo de los especialistas (también, lo que es más escandaloso, en los que investigan precisamente pensamientos, movimientos y grupos rechazados) el estereotipo de la historia en masculino, olvidando incluso a aquellas mujeres que fueron reconocidas en su tiempo, o que formaron parte de grupos que, por su misma ideología o visión de la realidad, se estructuraron como igualitarios. La desaparición de las mujeres de la historia que se narra supone, necesariamente y para todos, un gran empobrecimiento, pues es la desaparición de la cultura, los valores y las visiones del mundo que existieron y existen en cada momento histórico.
Este texto es el de una de las notas a pie de página del libro El lenguaje del deseo, una selección de los poemas de Hadewijch de Amberes, poeta y beguina del siglo XIII.
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