Hoy, 30 de septiembre, además de ser el 92º aniversario del nacimiento de Truman Capote [1924-1984] o el día internacional de cosas más o menos exóticas como el derecho a la blasfemia, es el Día Internacional de la Traducción, trabajo que me parece difícil como pocos en cualquiera de sus versiones.
El motivo de elegir este día para visibilizar el trabajo de quienes traducen es conmemorar la muerte, en el año 420, de Jerónimo de Estridón [340-420], uno de los padres de la Iglesia y primer traductor de la Biblia del griego y el hebreo al latín por encargo del papa Dámaso I, con el objetivo, según la wikipedia, de hacerla "más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras". Es la traducción que se conoce como Vulgata.
No hace mucho, paseando por el Museo del Prado, fui consciente de que ese edificio es una mina maravillosa para esta sección de gente que lee. Creo que ya ha caído por aquí algún cuadro del Prado entre las muchas pinturas que a estas alturas hay ya colgadas en este 'muro', incluso tenemos también algún Jerónimo desde hace tiempo por aquí. Pero ese día que paseaba por las salas saqué papel y lápiz y empecé a anotar gente que lee en el Prado: Campin, Velázquez, Rubens, Houasse, Goya, Pinazo, van der Weyden... en fin, un no parar. De golpe añadí un montón de material nuevo para ir colgándolo poco a poco aquí. Y de hecho sólo estuve allí un rato y sin ser muy exhaustivo: tengo que volver pronto.
(Sospecho que ésto le va a gustar especialmente a mi amigo Paco... ;o)
Además estoy encantado con la nueva web que tiene el museo desde hace algún tiempo. Llena de información, muy accesible, de gran calidad y con magníficas reproducciones de las pinturas. Así da gusto.
Quien hoy lee en mi blog es San Jerónimo, claro, el traductor, retratado entre libros en un óleo sobre tabla pintado en 1541 por Marinus van Reymerswaele [ca.1490 - ca. 1567].
He estado de compras... y he comprado tres cosas. Lo primero: una máquina de escribir. Acabaré el capítulo seis de mi novela y seremos millonarios. La segunda: una estufa. Aquí hay calor humano pero no basta... La tercera: un despertador... porque hay que introducir el tiempo en nuestras vidas... porque nos hace falta disciplina... sobre todo a mí... y porque será la única forma de cronometrar mi tiempo.
[Ópera Prima, Fernando Trueba, 1980]
viernes, 30 de septiembre de 2016
gente que lee (110)
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