Es raro, de hecho no me ocurre con frecuencia, pero me he acostumbrado a que de vez en cuando, después de un sueño intranquilo, no despierto en mi cama sino en el lugar con el que acabo de soñar.
Algunas veces vivo situaciones algo embarazosas, como cuando amanezco en un dormitorio que no es el mío junto a alguien que no espera verme al despertar, o en sitios alejados de mi casa, de los que no es fácil regresar. En esos casos intento volver a dormirme enseguida y obligarme a soñar con mi propia habitación para despertar de nuevo allí.
Hace un par de meses soñé con un lugar que no reconocía, pero que me sonaba quizá de algún viaje o de algún otro sueño. Es un pueblito pequeño, agradable, junto al mar. Aún no sé qué mar. Frente a la casa en la que desperté hay una parcela con un pequeño huerto. A lo lejos se ven montañas. La familia que vive aquí me ha acogido muy bien. Al principio nos costaba entendernos, pero poco a poco empiezo a chapurrear su idioma. Duermo mejor. He decidido quedarme.
Navalafuente, abril de 2015.
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