domingo, 19 de agosto de 2018

El compromiso

La siguiente fase o estado, si la relación prospera, es el compromiso. Más allá de los rituales y las formas que puede adoptar (fiestas, matrimonios, celebraciones, ritos), el compromiso es el fruto de un proceso y significa: "Ahora, nuestro amor, nuestro vínculo y lo que hemos creado en común tiene más fuerza y más peso que nuestras parejas anteriores y que nuestra familia de origen". Este nuevo sistema que hemos creado tiene ahora prioridad. Y entonces, la pareja empieza a hacer las cosas de una manera propia, diferente de la manera de la familia de cada uno, y crea una realidad propia que tiene más peso que las familias de origen. En el compromiso, dos personas, unidas por la sexualidad, por el amor, por el reconocimiento como igualmente adultos y válidos, por la decisión de compartir su intimidad, consolidan su camino común, fruto de haber integrado y tomado su pasado tal como fue, y logran que la energía de la relación fluya hacia el futuro. Sueltan sus lealtades y ataduras con los anteriores y se abren a un movimiento propio y creativo en su pareja.

Llevo siglos oyendo hablar (y hablando) del compromiso de las parejas. Nunca he entendido muy bien qué es lo que queremos decir con esa palabra tan manoseada. Y siempre me ha dado la impresión de que cuando se habla de compromiso en realidad se suele hablar de amor romántico y de exclusividad y de exigencia hacia el/la otrx.
Es la primera vez que doy con una "definición" de ese compromiso que me gusta, con la que me identifico. La he encontrado en El buen amor en la pareja [2013], de Joan Garriga [1957- ], que estoy leyendo estos días, y que me está pareciendo muy, muy recomendable.

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