—Pero yo soy real —dijo Alicia echándose a llorar.
—No te vas a volver más real por llorar —observó Tweedledee—. No hay por qué llorar.
Diálogo de A través del espejo [1871], de Lewis Carroll [1832-1898], que me he encontrado al inicio de Las buenas intenciones y otros cuentos, el libro de mi profe Ángel Zapata que estoy leyendo estos días.
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