Ves una obra que te gusta porque admiras su espíritu, y te dices, sí, es una excelente invención. Entonces, después, mucho después, te sorprendes mirando a una persona, una escena, un objeto, que podría haber sido el origen del cuadro que admirabas, y entonces te das cuenta de pronto de que el cuadro no estaba en absoluto basado en una invención, sino en la verdad. Y este momento de darse cuenta es, al menos para mí, muy emocionante. Porque acentúa toda la originalidad, el valor, el esfuerzo que existe allende la presentación de esa verdad que parecía una invención. Es como escuchar a alguien contar estupendamente una historia y darte cuenta de pronto de que lo que te está contando es su propia vida, que está hablando de él en tercera persona.
De Un pintor de hoy [1958] de John Berger [1026-2017].
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