Cuando no puedo hacer algo, me siento infeliz; cuando puedo hacerlo, no me basta el tiempo; y cuando tengo esperanza en el futuro, acude de inmediato el temor, el más diverso temor de que entonces de veras no podré trabajar. Un infierno sutilmente calculado. Sin embargo -y esto es aquí lo principal-, no está falto de buenos instantes.
Escrito por Franz Kafka en una carta a Felice Bauer el 20 de diciembre de 1916.
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