Muchos escritores y aspirantes a escritores experimentan bloqueos crónicos debido no sólo a sus grandiosas expectativas sino, también, a una abrumadora vaguedad respecto a lo que realmente son capaces de hacer, en contraposición con lo que podrían realizar algún día si se dedicaran a ello. Como es natural, la mejor manera de mantenerse en esta reconfortante ignorancia de los propios límites creativos es no hacer nada e imaginarlo todo. En realidad, llevar palabras al papel es abandonar el mundo divino de lo posible y entrar en el profano de lo real, con todas sus triviales limitaciones. Entrar en acción, escribir, significa dar la espalda al país de nunca jamás de la adolescencia, donde todo y cualquier cosa está siempre a punto de suceder o podría suceder, pero, por lo general, nunca sucede.
Del libro Sobre el bloqueo del escritor [1993] de Victoria Nelson [1945- ].
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