Por su trabajo, educar a los niños de la casa, Mary [Wollstonecraft] siente que pertenece a la familia, y sabe que en cuestión de cultura está incluso muy por encima de sus miembros. Sin embargo, pronto le inculcan que su sitio está en la servidumbre, tanto más cuanto que sus liberales métodos educativos no son del agrado de la madre de los niños. Así por ejemplo, pasa por alto la prohibición paterna de no permitir que las hijas lean novelas. No es que ella opinara que las habituales novelas sentimentales servían para algo, pero allí donde no se proporciona formación alguna aparte de la lectura de la Biblia, la enseñanza de idiomas y la educación en su conjunto sólo aspira a preparar a las muchachas para el matrimonio. Y tampoco hacen ningún daño, opina Mary. Al contrario, leer novelas malas o mediocres es mejor que no leer nada. Tener opiniones equivocadas siempre es mejor que no tener ninguna opinión. Cualquier lectura es provechosa, puesto que ejercita el cerebro e incita a pensar. Las novelas han sido durante mucho tiempo la única fuente de la que las mujeres podían adquirir conocimientos, como expondrá poco después en uno de sus escritos: eso sucedió "hasta que algunas mujeres con talento aprendieron a desdeñar las novelas precisamente porque las habían leído".
De Mujeres y libros [2013] de Stefan Bollmann [1958- ].
Ayer, 27 de abril, se cumplieron 257 años del nacimiento de Mary Wollstonecraft [1759-1797].
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