martes, 2 de febrero de 2016

David y Rafael

El viernes pasado estuve en un recital de poesía organizado por la biblioteca pública del Soto del Real, muy cerquita de mi pueblo.
No suelo leer mucha poesía. Nunca he estado muy acostumbrado y me cuesta, aunque ahí voy, trabajándomelo poco a poco... Creo que por eso me gusta tanto asistir a eventos como el del viernes, donde veo a los propios autores hablando de su propio trabajo y leyéndolo con su propia voz. Por eso disfruté tanto el otro día conociendo obras de Rafael Soler y de David Minayo.

Juan, el bibliotecario, al presentarles comentó que era todo un éxito ver a unas treinta personas reunidas un viernes por la tarde para escuchar poesía. Dijo que aún más si uno piensa que la poesía es algo minoritario dentro de la literatura... aunque enseguida se corrigió y dijo que la propia literatura es algo minoritario en nuestro país, no ya la poesía que queda como algo marginal...
Así que esa reunión mínima se convirtió en realidad en un pequeño aquelarre, en un encuentro casi clandestino, algo furtivo, para celebrar la cultura.
El aquelarre [1798], óleo de Francisco de Goya [1746-1828]
Mientras escuchaba los poemas que se leyeron pensaba en cuántas otras reuniones parecidas se estarían haciendo en ese mismo momento por el mundo, cuántos pequeños grupos de personas se habrían reunido aquí y allá, al mismo tiempo que nosotrxs en Soto, para compartir un poco de belleza...
Me gustó pensar en esa especie de red de gente leyendo y escuchando poemas, compartiendo lecturas, haciendo el mundo un poco mejor.

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