viernes, 14 de agosto de 2015

Caminata

Aún no ha amanecido cuando empezamos a caminar. Una niebla fina cubre el suelo como si fuera un rocío que no hubiera llegado a cuajar, como hebras de algodón que para avanzar hubiera que ir apartando con los pies. Mientras andamos, protegiéndonos del frío de la mañana, la niebla parece pelear con la luz, remoloneando como si no quisiera retirarse del todo, tratando de mantenerse sobre el terreno como una manta que lo protegiera del calor que ya se anuncia. Al esfuerzo del camino se une pronto la sensación del sol en la cara, la calidez de la mañana sobre la escasa superficie de piel que la ropa deja al descubierto.
El sol, por fin, se ha impuesto y la niebla ha desaparecido del todo. Ya está alto y empieza a sentirse de verdad el calor. Hacemos una primera parada. Buscamos una sombra junto al camino, bajo un roble. Cerca hay unos castaños, algún tejo. Sacamos agua, frutos secos, algo de pan, queso.
Enseguida seguimos andando para no enfriarnos. Ahora con menos ropa y más alegría. Cuando se levanta un poco de aire se nota fresco, pero el calor ya nos acompaña como uno más del grupo, formando parte del camino.
Llegamos al refugio en el que vamos a comer, junto a la laguna. El aire se siente limpio y al tumbarte y mirar las nubes, el cielo parece estar más cerca que cuando lo vemos desde la ciudad.
Ya de vuelta, cojo algunas flores que encuentro junto al camino: una digital, un pendiente de la reina. Durante un rato las llevo en la palma de la mano viendo cómo las enciende el sol ya bajo del atardecer, sintiendo su peso ligero sobre mi piel...

Madrid, septiembre de 2012.

Licencia de Creative Commons
Caminata by Román J. Navarro Carrasco is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario