lunes, 6 de julio de 2015

La felicidad

La felicidad, ahora puedo recordarlo y contarlo, incluso debo, existe y es pasear de la mano bajo el sol de Madrid, camino del metro, después de haber desayunado tranquilamente, y que al llegar al metro cada uno vaya a tomar una dirección distinta y eso no importe. Porque sabes que esas manos volverán a entrelazarse una semana después, que será así y no será de otro modo, salvo que el destino, Dios, ponga cada uno quien le corresponda, decida de pronto deshacer su propia obra de anudarlas, algo que no puede suceder tan pronto, algo que en el fondo del corazón sabes que no va a ocurrir. La felicidad es separarse y no tener miedo de no volver a verse, despedirse con un beso rápido en el andén y luego viajar sentada en el vagón rumbo a la soledad de tu casa, que desde que existe el otro, y desde que se produjo el encuentro, ya no es una condena, sino otro lugar donde esperar, serena y confiada, la oportunidad de recobrarlo todo, entero y sin menoscabo, mejor aún que en el comienzo, tan sólo una semana después, siete días que, para variar, tendrán uno por uno sentido.

Me he leído, durante estos días de playa y familia, la novela Música para feos [2015] de Lorenzo Silva [1966- ], otra opción interesante de lectura veraniega.
Ha sido mi primer encuentro con Lorenzo Silva, llevaba tiempo queriendo leer algo suyo y por un motivo o por otro lo iba retrasando. A ratos me ha parecido que en la historia hay episodios algo predecibles, quizá algunos un poco tópicos. Pero en general me ha gustado, he encontrado páginas emocionantes, algunas que me han conmovido y que me han dado que pensar... Hay temas que se tocan en el libro, especialmente en la última parte, que me hacían desear una discusión con amigxs delante de unos cafés para debatir un rato y compartir puntos de vista.
[Me entran ganas de contar qué páginas son esas y qué temas me gustaría discutir, pero no me gustaría chafar nada de la historia, así que dejo que quien quiera leerlo, los descubra.]
En definitiva, una buena recomendación para estos días de demasiado calor, que lo que apetece, al menos a algunas horas del día, es sentarse fresquito en casa a leer hasta que se pase la calorina...

1 comentario:

  1. Me espeluzna este relato.
    Me produce mucha angustia que alguien pueda considerar que la felicidad es vivir esperando a que pase el período de tiempo estipulado para volver a ver a otro alguien.
    No entiendo (y me produce una pena inexplicable) que alguien considere un espacio hecho a su medida (su hogar) y días completos como lugares y tiempos de espera, respectivamente.

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