sábado, 18 de abril de 2015

El cuerpo

Me avisaron a media tarde. Cuando llegué aún no se había podido determinar ni la hora ni la causa de la muerte. Pedí que me mostraran el cadáver. Parecía dormido, hermosísimo a la luz del atardecer. La piel parecía seda húmeda, metálica. Di las primeras instrucciones, encargué que se registrara la zona y que se hicieran fotografías de todo, como siempre. Volví a mirar el cuerpo. Hacía tiempo que no aparecía uno así. No acabo de acostumbrarme a esas formas, a los brillos del caparazón, a los cinco pares de patas que ahora descansan plácidas, inertes, bellísimas...

Manjirón, marzo de 2014.

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