[...] A las imágenes que yo había visto desfilar veintidós años antes vinieron a añadirse otras, nacidas de las mismas. Para todo libro que ha llegado al punto en que ya no falta sino escribirlo, siempre se produce esta proliferación. Nuevos personajes hallados por casualidad al volver de un episodio, escenas ocultas tras otras escenas como otros tantos decorados móviles [...]. Toda obra literaria se compone así de una parte de imaginación, de recuerdos y de hechos, de nociones e informaciones recibidas durante la vida mediante la palabra y los libros, y de las raspaduras de nuestra propia existencia.
Lo cuenta la escritora francesa Marguerite Yourcenar [1903-1987] hablando del proceso de escritura de una de sus novelas.
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